domingo, 17 de abril de 2016


DERROTAR LA INFLACIÓN




Es un buen título.¿Quien no quisiera un país sin inflación? Solo los especuladores, los que viven de la timba financiera, y también los que siempre le ganan a la inflación porque forman precios. 


Pero el pueblo, el trabajador, el cuentapropista, el empresario Pyme, el profesional, el jubilado, todos, absolutamente todos sueñan con no correr del cajero al supermercado para no perder plata.

La inflación es el aumento de los precios de bienes y servicios, y puede ser una curva sostenida, suave, o en casos violenta.

Se produce básicamente por el desequilibrio entre la oferta y la demanda lo que determina una subida de precios generalizada y paralelamente una pérdida del valor del dinero para la compra o uso de ellos.

Dos maneras hay para bajar la inflación. Provocar el crecimiento de la oferta mediante mayor producción para equilibrarla con la demanda. O quitar recursos del mercado, esto es restringir la cantidad de circulante y bajar la demanda.

Esto último es lo que puso en marcha la alianza Pro Ucr con la devaluación, la quita de subsidios, el aumento de tarifas y precios, y los despidos masivos. Claramente se apunta a profundizar esta estrategia, no la la mayor producción e industrialización.

¿Es el único camino como nos dicen?
De ninguna manera. Y la prueba concreta, contundente, palpable está ahí nomás entre el 2002 y 2007.

En 2002 cuando colapsó el modelo neoliberal de los 90, la inflación fue del 41% anual, pero el aumento de los alimentos trepó al 79%. Con un 25% de adultos sin jubilación ni ingreso alguno y una desocupación del 30%. Con ese escenario gravísimo, asumió Nestor Kirchner. Pero ese presidente no abrazaba la ideología del capitalismo salvaje ni respondía a las corporaciones económico financieras. 

Por eso dijo al asumir, "formo parte de una generación diezmada, castigada con dolorosas ausencias, y me sumé a las luchas políticas creyendo en valores y convicciones a las que no pienso dejar en la puerta de la Casa Rosada". (video al final) Y lo cumplió. 

Con la brutal inflación que recibió el país, lejos, muy lejos del 25% anual con que lo recibieron las corporaciones en diciembre 2015; con el antecedentes de 39 muertos en las calles por protestas por hambre; sin producción; sin industrias y sin trabajo; lejos de seguir manteniendo la importación indiscriminada que destruyó la industria nacional y con ella el trabajo, la restringió a lo necesario para el desarrollo nacional; en lugar de atacar la inflación quitando recursos del mercado con despidos, estimuló la creación de empleo con incentivos a la producción y la industria, e inyectó recursos a ese mismo mercado para que el aumento de bienes y servicios tenga su correlato equilibrado con la demanda. 

Este gobierno de las corporaciones recibió un país que tenía una tasa de desempleo de 6,6%, una inflación promedio de 2,1% mensual, los salarios y jubilaciones más altos en dólares de América Latina, 6,7 millones de puestos de trabajo nuevos, 97% de mayores en edad de jubilarse jubilados, records de producción, sin embargo y con la promesa de bajar la inflación y la competitividad internacional, devaluó la moneda en un 45%, con lo que treparon los precios un 60% cayendo el poder adquisitivo a no menos del 50%, quitó retenciones a las corporaciones agrarias y mineras con lo que transfirió 120 mil millones de recursos que iban a la seguridad social hacia estos grupos concentrados. Además y como parte del combo de la ortodoxia que solo sabe bajar inflación deprimiendo circulante en el mercado quitó subsidios, aumentó tarifas hasta un 700% y despidió 40 mil empleados públicos nacionales. 

¿Y que pasó con el estado en los distintos tiempos y países?
Es necesario recorrer las distintas etapas de la historia para probar que cada vez que hubo un gobierno popular la dotación de servidores públicos estuvo en la media de los países desarrollados del mundo. Mientra que toda vez que gobernó el capitalismo salvaje, desguazó el estado, lo alejó de las necesidades del pueblo y por lógica redujo la planta de servidores públicos.
Con Alfonsín la planta de personal del estado nacional estaba integrada por 1.019.000 personas.
Menem lo redujo a 260 mil quitando servicios y derechos.
La anterior alianza de centro derecha radical de De la Rúa Cavallo, mantuvo ese esquema.
Llegaron los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner y comenzaron a sumar derechos y servicios y con ello el estado presente creció a 377 mil al año 2015.

Ahora bien, lejos de ser esto un vicio es una virtud en un estado al servicio del pueblo, un estado que recupera su rol de regulador de las relaciones y garante del cumplimiento de los derechos colectivos. A tal punto que da por tierra cualquier crítica en contrario cuando observamos el mundo. Cuando vemos cual es la relación población potencialmente activa, empleo público, en los considerados países desarrollados o del primer mundo, y Argentina.

Noruega 29,30%
Dinamarca 28,70%
Suecia 26,20%
Finlandia 22,90%
Francia 21,90%
Argentina 17,60%
Reino Unido 17,40%

Estamos muy por debajo de países que se ponen como modelos y que efectivamente tienen valores de igualdad superiores a los que tiene tasas inferiores. Sin embargo la campaña de los medios corporativos nos muestra como una desgracia por tener un estado fuerte, para ellos superpoblado, con políticas públicas inclusivas. Esa campaña apunta a estigmatizar al estado, claramente pretende concentrar la economía y quitar derechos, y para eso necesita un estado reducido a su mínima expresión.
Se busca para las corporaciones mano de obra entre barata y esclava y para eso la desocupación debe trepar con lo que además se deprimen los sueldos porque los ocupados cuidan el trabajo aún en desmedro del salario. Ya lo dijo sin tapujos el lavador Prat Gay "los trabajadores deberán saber hasta donde arriesgar salarios a cambio de empleo" Brutal, pero concreto.

Por eso, la inflación es un problema que tiene distintas soluciones, y la peor es la que emprendió este gobierno. Generará más pobreza y desigualdad, y si baja con estas medidas recesivas solamente servirá para las minorías que conserven empleo y salario y obviamente para los grandes beneficiarios que son los empresarios en el gobierno. Ya que en modo alguno irán acompañadas con paritarias libres y aumentos de salarios levemente superiores a la inflación como ocurrió hasta diciembre de 2015.




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