lunes, 2 de mayo de 2016


¿QUIEN ENTIENDE MENOS DE POLÍTICA?





Hugo Moyano hombre importante en el triunfo de las corporaciones para gobernar la Argentina, ahora acusa a Macri de no saber nada de política.


"Macri entiende menos de política que yo de capar monos" dice el camionero en un intento de causar impacto en su despegue del gobierno. 

Ahora bien, si Moyano fue uno de los soportes más importantes que tuvieron las corporaciones desde el campo popular para sentar al ingeniero en La Rosada, ¿como es que ahora resulta que el que no sabe nada de política es el que allí está sentado?

Está claro que Moyano, como Barrionuevo no son más que oportunistas que lo que hicieron durante la campaña es evitar la continuidad del Proyecto Nacional y Popular. Se trata de hombres que dejaron hace muchos años de representar los intereses de los trabajadores. Tantos años como hace que se han convertido en empresarios. El gobierno popular limitó la expansión de sus imperios personales al evitar que sigan esquilmando a sus afiliados con el manejo discrecional de las Obras Sociales. Macri les prometió la entrega de la Superintendencia de Salud con un manejo de recursos que ronda los 25 mil millones. 

Fueron entonces los intereses de sus imperios personales, los negocios, los que los unieron en su momento. Ahora estos sindicalistas devenidos en empresarios empezaron a escuchar los sones de los tambores que hacen sonar las bases ante el atropello a sus derechos, de los que ellos son cómplices. 

Y recuerdan aquello de "con los dirigentes a la cabaza o con la cabeza de los dirigentes". Los tambores empezaron a sonar el 24 de Marzo en Plaza de Mayo con más de 300 mil argentinos que ellos no convocaron. Y volvieron a redoblar con Comodoro Py el 13 de abril con otra concentración similar a la que ellos se opusieron.

Solo eso, y no su preocupación por los trabajadores es lo que ahora los mueve a no inmolarse en la tragedia que esta provocando el proyecto neoliberal que abrazaron solo para dar saciedad a su desaforado e insaciable apetito. 

No son hombres dignos ni respetables. Son constructores de imperios en los que reina la trampa, el fraude, la prepotencia y la violencia para mantener feudos familiares que dan en llamarse sindicatos democráticos, casi como una ofensa a ambos términos. 

Esperemos que así como todavía falta mucho para democratizar la política, también el pueblo ponga proa a la reconstrucción de un sindicalismo que sea capaz de expresar leal y democráticamente los intereses de sus afiliados. Dejando atrás estas penosas figuras corroídas por el cinismo y la corrupción, que luego de apoyar conscientemente un proyecto de destrucción nacional, pretenden simular ser críticos del mismo con el solo objeto de reciclarse una vez más frente a una sociedad que expresa una tolerancia cercana ya a la estupidez.

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