miércoles, 18 de mayo de 2016

LOS CONFUSOS LÍMITES DE DIEGO BOSSIO





"Mis límites son los Brancatelli y La Cámpora" dice el ex FpV para colocarse bien distante de lo que fue el gobierno popular de Néstor y Cristina.


Asumió el ex ultrakirchnerista que el kirchnerismo está muerto. Tal como si fuera un cuerpo extraño dentro del Movimiento Nacional y el Campo Popular, y no una de sus entrañas. Raro razonamiento en un hombre con experiencia y capacidades. Raro pero explicable.

Quizás haya por ahí algún exceso especulativo sobre el fallecimiento dado por echo, y en consecuencia una búsqueda de lo residual. Una especie de ambulancia que va juntando heridos. 

Siempre que hay una crisis, sobreviene cierta diáspora. Tiene mas que ver con cálculos que con ideales, siempre. Y el tiempismo juega un rol también. Ser el primero en romper la tranquera, si todo sale bien, tiene rédito. Puro cálculo especulativo. 

Ya se sueñan algunos por consagrarse como visionarios, si es que efectivamente el certificado de defunción citado llega. Y poco importa en tal caso que para esa consagración se violen algún que otro valor y se rocen traiciones. El éxito cubre cualquier iniquidad. 

Por eso poco importa cuando en la fijación de límites estos aparezcan oscuramente difusos. Ya se ha visto lo que pasó con los de Elisa Carrió que sentenció "Mi límite de Macri". 


Y hoy da la vida por quién denunció penalmente y denostó mediáticamente hasta el hartazgo.

En el caso de Diego Bossio seguramente por ahí andamos. Ya que sus límites -por ahora- son Brancatelli y La Cámpora por un lado, pero por el otro bajó a la colectora por derecha y está cerca de Macri, Massa y las corporaciones. Con lo que queda más que claro que cuando calienta el sol en un determinado lugar y tiempo, como los ofidios de sangre fría, algunos buscan aligerar su serpenteo. 

Son el realidad actores que hoy pueden hacer un papel y mañana otro. Se adaptan a las circunstancias, conveniencias y necesidades. Técnicos capacitados, pragmáticos por formación, y ambiciosos por naturaleza y vocación, para los que la ideología es algo ajeno, vetusto.

En general, y para los procesos socio políticos, no son más que golondrinas de verano, que no llegan a hacer ni siquiera sombra en el escenario de la historia de un pueblo. Se diluyen sin dejar el mínimo rastro, como no lo deja una oscura gota de tinta en el más límpido mar.

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