NO ENTENDIÓ NADA, SERGIO LOPEZ
Quiero decirle que me cuesta escribir
esta nota. Creo que no me merezco tener que decir lo que sigue. Los chaqueños
ni los argentinos no lo merecemos. Pero hace tiempo que vengo siguiendo sus
declaraciones.
Especialmente a partir de haber asistido
a la inauguración de ese magnífico emprendimiento industrial sobre la Ruta
Nacional 11. Inauguración de la que participara la compañera Cristina y que nos
enorgulleció a todos. Porque Lopez Hermanos es una empresa nuestra. Chaqueña. Y
el éxito de un empresario chaqueño es el éxito de todos.
Fue muy emotivo su discurso Sergio
aquel día, seguramente uno de los más importantes para usted. La mención y
agradecimiento a toda su familia pero si mal no recuerdo, especialmente a su
hermana, que motivó mostrara un costado humano fantástico derramando incluso
algunas lágrimas, hizo que nos conmoviéramos todos. Fue una nota de calidez de
alto voltaje que mostraba la buena madera de un hombre agradecido.
También fue muy elocuente en la
mención del estado de su empresa a fines de los 90. Dijo usted que no cerraron
definitivamente solo porque los proveedores tuvieron el gesto de
"aguantarlos" y el personal también. Recodó una cifra de dinero
mínima que era lo que en ese momento de crisis terminal no significaba nada.
Ese dato hacía que el contraste con lo que se estaba inaugurando ese día fuera
inconmensurable. De la nada a muchos, muchos, millones.
Notable. De aquella situación de
crisis terminal motivada por la parálisis del país que trajo la desaparición
del consumidor, por la destrucción panificada de la industria nacional como
consecuencia de la apertura indiscriminada de las importaciones, a la realidad
de la extraordinaria empresa que usted y su familia inauguraban esa noche junto
a nosotros y a Cristina, el salto era fenomenal. Impensado en aquella situación
anterior y con aquellas políticas.
Sin embargo, no pasó mucho tiempo
para que usted mostrara su descontento con las políticas del gobierno que sin
lugar a dudas le habían permitido a su familia que el esfuerzo y el trabajo se
cristalizara en un progreso extraordinario allí plantado.
Debo ser honesto y decirle que
costaba comprender que era usted el mismo de aquella noche de la inauguración.
Porque se puede ser crítico. Se debe
ser crítico, pero lo que no se debe, ni se puede, es ser desagradecido y no
reconocer lo bueno que había permitido tanta inclusión y con tanta inclusión
tanto crecimiento empresario. Porque sus bicicletas y sus motos que entregaba
casi como caramelos eran producto de un mercado interno al que Néstor primero y
Cristina después apostaron para desarrollar el país. Y su empresa es la muestra
del éxito de esas políticas.
Pero de pronto se lo escuchaba a
usted y parecía que el que hablaba criticando las políticas del Proyecto
Nacional era el CEO de alguna multinacional que había perdido privilegios
durante los diez años anteriores en beneficio de la Industria Nacional de la
que usted era, felizmente para todos nosotros, uno de los exponentes y
beneficiarios aquí en el Chaco.
Luego otras declaraciones suyas
fueron echando algo más de luz sobre la cantera que entregaba esas críticas.
Esa luz paradójicamente oscureció en parte esa buena madera que mostró aquel
conmovido empresario que reconocía haber renacido su empresa en el período que
siguió al neoliberalismo de los 90. Esa luz comenzó a mostrar a un hombre que
se olvidó de aquel doloroso proceso de barrancas abajo. Mostró a un empresario
que ya cree que es primer mundo y que se puso el gélido traje de quién considera
que lo hizo todo por mérito propio, y que el gobierno debe estar al servicio de
los exitosos.
Quizás por eso leemos ahora, en línea
con este nuevo empresario, que pide urgente adhesión a la ley antipiquete. Y también
ahora exige participar de las decisiones del gobierno en el diseño de la obras
del Plan Belgrano. Y esto último no está tan mal como sugerencia de que los
empresarios sean consultados, solo que se debe ser un poco más modesto y no
exigir lo que ningún voto popular le concedió, que es cogobernar. Agrego como
acotación casi marginal sobre el Plan Belgrano algo que en modo alguno nuestro
gobierno provincial puede decir, pero le aseguro que es humo. Porque este gobierno
que quizás usted como más de la mitad de los argentinos votó, no tiene para
nada ni por asomo interés en el bienestar del pueblo ni la prosperidad de
empresarios como usted. Ninguno de los dos son parte del país que tienen
diseñado.
Volviendo a sus posiciones ideológicas,
debo expresarle que lo que lo muestra poco amigable socialmente es esa
enjundiosa demanda de que la provincia adopte inmediatamente el nuevo protocolo
antipiquete de la polifacética ministra Bullrich. Sabe usted que ese protocolo
es en síntesis “palos y balas”, y lamentablemente creo que por eso lo pide.
Está harto de los pobres. Harto de
los compradores de sus bicicletas y motos. Porque mi estimado Sergio, los que
lo hicieron a usted un gran empresario son esos pobres. Ellos compraron y
compran sus bicicletas y motos. La clase media ya compra autos, porque ella
también, como usted creció en los doce años.
¿Y sabe por qué los pobres pudieron
convertirlo a usted en un empresario exitoso?
Porque no se quedaron en sus casas
esperando morir de inanición. Porque salieron a la calle a gritar que querían
ser ciudadanos y tener sus derechos. Derecho a tener bicicletas y motos.
¿Y sabe qué?
Si no hubiese sido por las políticas
del Proyecto Nacional y el Protocolo Garré, sin palos ni balas que usted
desprecia, y si en ese tiempo se hubiese aplicado el protocolo Bullrich, usted
jamás hubiera inaugurado nada. Quizás hoy estaría en algún piquete recibiendo
palos y balas en lugar de clientes.
Ojala nunca se arrepienta de su
soberbia Sergio, pero como tengo algunos años y varias películas vistas, no le
vaticino mucho éxito empresario con el cambio que votamos. No sé si ya, pero no
tengo dudas que pronto, cuando el obvio descenso de la capacidad de compra de
los asalariados, más la apertura de importaciones, más los despidos se
profundicen como claramente está ocurriendo, viviremos todos tiempos difíciles.
Por ahí si la clase media vuelve a bajar del auto para subirse a la bici o a la
moto usted zafe un poco. Pero nada será igual en el nuevo país, se lo aseguro.
Quizás pronto reciba la
visita de alguna multinacional que le ofrezca comprar su empresa, por lo que
ella le ofrezca, nunca por todo lo que usted y todos los chaqueños ciclistas y
motoqueros pusimos en ella.
Ojala antes que ello ocurra volvamos, con otro gobierno nacional y popular, a las políticas virtuosas que a usted lo hicieron un empresario exitoso. Y que usted cambie y ayude.
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