lunes, 21 de marzo de 2016

LA PROSTITUCIÓN DE LA PALABRA


No fue norma, ni siquiera regla entre la dirigencia argentina toda, el cumplimiento sin fisuras de la palabra. 

Y cuando decimos dirigencia argentina, en modo alguno la podemos separar de la sociedad. Porque la dirigencia emerge de la sociedad. Son ciudadanos que asumen el compromiso de cumplir responsabilidades dirigenciales, pero vienen sin beneficio de inventario. Con riquezas y miserias. Con vicios y virtudes.

De allí que los más importantes funcionarios dicen una cosa y hacen otra sin que esto produzca mella alguna ni en su imagen ni en la sociedad.

Esto, porque más allá de la hipocresía y el cinismo de no pocos críticos, somos en términos generales la misma cosa, las mismas personas. Y aunque pareciera que el poder, por menor que sea, produce un cierto mayor deterioro en la estabilidad de las personas, decir una cosa y hacer otra es como parte de lo posible para las mayorías.

"Eliminar la inflación será la cosa mas sencilla que tenga que hacer yo como presidente" dijo el actual mandatario hace cuatro meses. La idea era atraer votos por supuesto, sabiendo que una de las preocupaciones que estimulaban entonces los medios en la sociedad era el aumento de precios.

A tres meses de gobierno el señor que prometía hacer esa cosa sencilla, tomó medidas que llevaron la inflación de un 24% anual al momento de esa promesa, al 43,75%

Eso sí, ha sido por demás sencillo. Ha contado con el beneplácito de la dirigencia sindical y parte importante del arco opositor.

Sin embargo, esta clara prostitución de la palabra por el más alto funcionario del estado, no es preocupación para la mayor parte de la sociedad. De esa misma que está obesa de consumir el enlatado de los medios masivos que le venían diciendo que la inflación era el impuesto a los pobres y que por tanto, era necesario este cambio.

Reflexionemos si tenemos algo que ver con este consumo desaforado de lo que la televisión digiere y nos enchufa por los ojos y oídos, y que nos lleva a la impresionante pereza intelectual que nos termina convirtiendo en perfectos idiotas a los que se les puede decir cualquier cosas y hacer cualquier otra.


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