En un país que deambula entre las tinieblas de la fantasía expresada por la frivolidad, por el valor supremo de la apariencia por sobre el contenido, y la realidad aplastante de la descomunal corrupción e hipocresía protagonizadas especialmente por una casta integrada por lo más ilustrado de todas las disciplinas, desde la economía, el empresariado, la medicina, el periodismo, el sindicalismo y la política, uno de nuestros compatriotas mas dignos y ejemplares, René Favaloro, sinónimo de corazón, “cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento” optó por ponerle el pecho al plomo asesino de la deshonestidad antes que entregarle sus principios éticos a quienes oprimían con sus sucios dedos el gatillo del “sistema”.
No lo entendimos. Los inmorales y los hipócritas que lo asesinaron tienen prensa, invierten millones en promocionarse, se proponen para volver a gobernar, hacen piquetes para no compartir, y les prestamos atención. Desde el micrófono, el papel y la pantalla, formadores de opinión trafican mensajes a precio de mercado, para que la sociedad, prolijamente desinformada, practicando el mas dilapidante de los ahorros, el de pensar, los devore con fruición, y presa de la amnesia colectiva planificada vuelva a entregarles el arma asesina. Para volver a asesinar a Favaloro; para asesinar a cuanto Favaloro desafíe las reglas del toma y daca, del retorno, del “ana ana” de su “sistema”.
Frente a ellos, para recuperar nuestra propia dignidad, para no ser cómplices, para que no todo sea en vano, y como homenaje al sacrificio supremo, preguntémonos: ¿QUIENES ASESINARON A RENÉ FAVALORO?
Para que la memoria nos empuje, aunque nos duela, aunque nos de vergüenza, leamos la CARTA FINAL de René Favaloro escrita minutos antes de su muerte.
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