LA LOCURA DEL TIO BRANCO
Por Marcos Miguel Capitanich
Semanas atrás, en un matutino he leído una carta sobre el Sr. Esteban Branco Capitanich, quien es el hermano de mi madre, donde se comenta sobre la posibilidad que mi tío Branco esté fuera de sus cabales, es decir, sin un sano juicio de sus actos.
Yo quiero confesar que no me sorprenden en absoluto este tipo de comentarios respecto de mi tío. Y la idea de esta carta es compartir con los lectores las razones de este pensamiento.
Cuando pensamos que una persona está fuera de sus cabales, caben dos posibilidades, y sólo dos: estamos en lo cierto, o no estamos viendo parte de la realidad. Aquí, por ejemplo, me parece interesante rememorar una vieja frase que por supuesto no es de mi autoría, que menciona que: " aquellos que fueron vistos bailando, fueron tomados por locos por aquellos que no podían escuchar la música."
En este caso particular, estoy seguro que muchos podrán pensar que mi tío está loco ya que es muy probable que muchas personas que no lo conocen bien, no conozcan las fuerzas que lo mueven al tío Branco a hacer lo que hace, a pelear tan aguerridamente y con todas sus fuerzas por lo que cree y, sobre todo, a ser totalmente recto en su conducta.
Actitudes como éstas, tan alejadas de gran parte de la política argentina de las primeras dos décadas de democracia, (1983 – 2003), evidentemente hoy sorprenden y hasta mueven a pensar bien que es un loco el que las posee, o bien que está peleando por su bolsillo eligiendo el camino de la demagogia… Y aquí me parece interesante comentar, sobre todo a aquellos que " no están escuchando la música", que en este mundo no sólo existen salarios que llenan bolsillos… también existen salarios que llenan el corazón con satisfacciones que emocionan por haber logrado llevar a la realidad ideas por las que otros han dado sus vidas. Es tan grande esa remuneración inmaterial para los que llenan su corazón con ella, y tan absurda e ilógica para aquellos que no pueden siquiera imaginarla, que es totalmente natural que los segundos tilden de locos e insanos a los primeros.
Aquellos que, en el mejor de los casos, entienden la política como sólo un trabajo asalariado, están lejos de aquellos que son movidos por la necesidad espiritual de cambiar las cosas en beneficio de la sociedad a la que pertenecen, para así no morir sin haber hecho lo suficiente, como dice una canción.
Así como no pueden compararse las fuerzas que impulsan a unos y otros, ni la magnitud del significado de las remuneraciones monetarias y espirituales, así tampoco son comparables, ni por cerca, los resultados sociales de ambas formas de hacer política.
Tampoco son comparables los orígenes de estos dos tipos de salarios. Los salarios materiales tienen su origen en las necesidades básicas de todo ser humano para poder vivir, como lo es la alimentación, por ejemplo. En cambio, los salarios espirituales tienen su origen, no en la locura como se pretende describir en el artículo que leí hace semanas, sino en los valores morales.
La conducta de mi tío Branco es consecuencia de la necesidad espiritual que tiene de llevar justicia y transparencia en la parte de la administración pública que le toca gestionar. Esa necesidad espiritual, basada en valores morales profundamente arraigados hace que la conducta y las decisiones que toma no puedan ser perturbadas ni por los alaridos de quienes dicen que está loco, ni por la corrupción de quienes creen que con dinero podrán cambiar su conducta. Y esto último no es algo menor.
En países como el nuestro, donde parte de la economía es movida por grandes empresas, es lógico que existan escenarios donde se encuentran los intereses corporativos con los intereses del sector de los trabajadores. Y es allí donde los representantes del pueblo actúan para llegar a soluciones justas y equilibradas… Por esto, yo personalmente creo, que para tamaña tarea es importante contar con líderes y autoridades que sean movidos más por salarios espirituales que implican una búsqueda imperturbable de justicia social y equidad, que líderes movidos solamente y, repito, en el mejor de los casos, por un salario estatal y que carecen de ese impulso que vemos en mi tío Branco y en todos aquellos que poseen valores morales firmemente arraigados en su interior.
Líderes como mi tío Branco no tendrán apoyo de sectores corporativos que busquen utilidades en desmedro de la situación económica y social de la población. Tampoco tendrán apoyo de los políticos aliados de dichos poderes económicos, ni de los medios de comunicación pertenecientes a los mismos… Por eso yo creo que es importante que las grandes mayorías, que en definitiva son la causa por la que luchan personas como mi tío, deben defender a este tipo de líderes y respaldarlos. Tengo la esperanza que con el paso del tiempo, la gente se dará cuenta que los valores morales firmemente arraigados en las personas, son la única garantía contra la corrupción. Esto es lo que temen los corruptos que ya lo saben… Esto es lo que deben comprender las grandes mayorías para respaldar a los líderes que merecen su confianza.-
Por Marcos Miguel Capitanich
Semanas atrás, en un matutino he leído una carta sobre el Sr. Esteban Branco Capitanich, quien es el hermano de mi madre, donde se comenta sobre la posibilidad que mi tío Branco esté fuera de sus cabales, es decir, sin un sano juicio de sus actos.
Yo quiero confesar que no me sorprenden en absoluto este tipo de comentarios respecto de mi tío. Y la idea de esta carta es compartir con los lectores las razones de este pensamiento.
Cuando pensamos que una persona está fuera de sus cabales, caben dos posibilidades, y sólo dos: estamos en lo cierto, o no estamos viendo parte de la realidad. Aquí, por ejemplo, me parece interesante rememorar una vieja frase que por supuesto no es de mi autoría, que menciona que: " aquellos que fueron vistos bailando, fueron tomados por locos por aquellos que no podían escuchar la música."
En este caso particular, estoy seguro que muchos podrán pensar que mi tío está loco ya que es muy probable que muchas personas que no lo conocen bien, no conozcan las fuerzas que lo mueven al tío Branco a hacer lo que hace, a pelear tan aguerridamente y con todas sus fuerzas por lo que cree y, sobre todo, a ser totalmente recto en su conducta.
Actitudes como éstas, tan alejadas de gran parte de la política argentina de las primeras dos décadas de democracia, (1983 – 2003), evidentemente hoy sorprenden y hasta mueven a pensar bien que es un loco el que las posee, o bien que está peleando por su bolsillo eligiendo el camino de la demagogia… Y aquí me parece interesante comentar, sobre todo a aquellos que " no están escuchando la música", que en este mundo no sólo existen salarios que llenan bolsillos… también existen salarios que llenan el corazón con satisfacciones que emocionan por haber logrado llevar a la realidad ideas por las que otros han dado sus vidas. Es tan grande esa remuneración inmaterial para los que llenan su corazón con ella, y tan absurda e ilógica para aquellos que no pueden siquiera imaginarla, que es totalmente natural que los segundos tilden de locos e insanos a los primeros.
Aquellos que, en el mejor de los casos, entienden la política como sólo un trabajo asalariado, están lejos de aquellos que son movidos por la necesidad espiritual de cambiar las cosas en beneficio de la sociedad a la que pertenecen, para así no morir sin haber hecho lo suficiente, como dice una canción.
Así como no pueden compararse las fuerzas que impulsan a unos y otros, ni la magnitud del significado de las remuneraciones monetarias y espirituales, así tampoco son comparables, ni por cerca, los resultados sociales de ambas formas de hacer política.
Tampoco son comparables los orígenes de estos dos tipos de salarios. Los salarios materiales tienen su origen en las necesidades básicas de todo ser humano para poder vivir, como lo es la alimentación, por ejemplo. En cambio, los salarios espirituales tienen su origen, no en la locura como se pretende describir en el artículo que leí hace semanas, sino en los valores morales.
La conducta de mi tío Branco es consecuencia de la necesidad espiritual que tiene de llevar justicia y transparencia en la parte de la administración pública que le toca gestionar. Esa necesidad espiritual, basada en valores morales profundamente arraigados hace que la conducta y las decisiones que toma no puedan ser perturbadas ni por los alaridos de quienes dicen que está loco, ni por la corrupción de quienes creen que con dinero podrán cambiar su conducta. Y esto último no es algo menor.
En países como el nuestro, donde parte de la economía es movida por grandes empresas, es lógico que existan escenarios donde se encuentran los intereses corporativos con los intereses del sector de los trabajadores. Y es allí donde los representantes del pueblo actúan para llegar a soluciones justas y equilibradas… Por esto, yo personalmente creo, que para tamaña tarea es importante contar con líderes y autoridades que sean movidos más por salarios espirituales que implican una búsqueda imperturbable de justicia social y equidad, que líderes movidos solamente y, repito, en el mejor de los casos, por un salario estatal y que carecen de ese impulso que vemos en mi tío Branco y en todos aquellos que poseen valores morales firmemente arraigados en su interior.
Líderes como mi tío Branco no tendrán apoyo de sectores corporativos que busquen utilidades en desmedro de la situación económica y social de la población. Tampoco tendrán apoyo de los políticos aliados de dichos poderes económicos, ni de los medios de comunicación pertenecientes a los mismos… Por eso yo creo que es importante que las grandes mayorías, que en definitiva son la causa por la que luchan personas como mi tío, deben defender a este tipo de líderes y respaldarlos. Tengo la esperanza que con el paso del tiempo, la gente se dará cuenta que los valores morales firmemente arraigados en las personas, son la única garantía contra la corrupción. Esto es lo que temen los corruptos que ya lo saben… Esto es lo que deben comprender las grandes mayorías para respaldar a los líderes que merecen su confianza.-
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