¿O taladrando la memoria?
El gobierno nacional se apresta, por primera vez desde la recuperación de la democracia, a celebrar, sí celebrar, el genocidio.
Y para ello convoca al representante del país que prohijó.
Y para ello convoca al representante del país que prohijó.
Nada es casual, ya habían expresado las corporaciones que había que terminar con "el curro de los derechos humanos". Y no es casual porque las mismas corporaciones que hoy gobiernan son las que con el apoyo entusiasta de los EEUU usaron a las fuerzas armadas argentinas para subvertir el orden constitucional, cambiar democracia por corporaciones y escarmentar con torturas, muerte, saqueo y desapariciones la alta y virtuosa politización popular.
Ahora en el poder, por primera vez con el voto popular, se aprestan no solo a volver a arrodillarnos en el lugar de súbditos, sino a convertirnos en el carbón barato que alimente las calderas que iluminan el despilfarro de su primer mundo.
Y quieren, como mensaje claro y contundente, certificar con este festejo del aniversario genocida, que nos han derrotado.
Si con nuestra pasividad no somos capaces de abortar esta provocativa y canallezca fiesta, les estaremos dando la razón.
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