Cambiamos, ¿no?
Todos aquellos, que cansados de las cadenas, de la yegua y del relato, que quieran aplaudir, ¡que aplaudan!
Al fin de cuentas cada uno cumple el papel de boludo que mejor le guste y quepa.
Ahora, los que se sientan estafados, pueden hacerlo público, porque los únicos estafados son los que más allá de su ingenuidad o estupidez creyeron que el cambio podía ser para bien. Y tienen derecho a la protesta.
Los que jamás tuvimos ni la mínima expectativa nos queda la lucha y el llamado a los que crean que deban sumarse para evitar un nuevo 2001.
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