Recibí del autocalificado infalible licenciado en encuestas Andrés Rabossi la carta documento que reproduzco en ésta página.
Leí detenidamente su desatenta misiva, ya que no ha tenido la gentileza de saludar al inicio ni despedirse al final. Pero bueno, será una estrategia para impostar reciedumbre y amedrentar. Otro fallido.
Me imputa responsable de agravios y afección grave a su honor, su honra, su credibilidad, su prestigio como encuestador, su actividad laboral y profesional, etc. Nunca me imaginé tan peligrosamente poderoso, parezco el creador, portador y difusor de las diez plagas biblicas.
Si, léalo usted mismo. De todo eso me hace responsable.
Como si yo le hubiese proporcionado las cifras de la infamia.
Estoy analizando cual fue mi participación en la difusión de aquella "infalible" encuesta que daba a Rozas ganador por una diferencia de 30% una semana antes y afirmaba su triunfo por 11% cerrada la elección el 16 de septiembre de 2007, que como es sabido ganamos los que defendimos la voluntad popular de todas estas indecencias. Y no me encuentro. Al contrario, si me encuentro tratando de evitar aquella vileza advirtiendo la falacia al falaz y llamando a no mentir.
Entonces me sorprende este desagrdecimiento, ya que aquellas cifras "dibujadas" para favorecer a su contratante han sido las que arrasaron -si es que así lo siente- con el honor, la honra, la credibilidad, el prestigio del encuestador, y como no podía ser de otra manera habrán afectado su actividad laboral y profesional. Pero la firma estampada a su pié no fue la mía, sino la misma que se observa cerrando la epístola que me reclama el daño que han provocado. Yo solo lo he recordado ante la reaparición del dibujante, no he sido su autor, ni me adjudico esa obra.
Pero como ésta no es la respuesta que me solicita el ofendido, y debo ocuparme seriamente de ella, no abundare en detalles hasta tener elaborada la misma con la seriedad que el infalible merece.
Solo un detalle que también me ha sorprendido y quisiera esclarecer. Hace 24 horas Andrés me daba opciones, decía: "Ofrezco, como mecanismo de reparación de los daños que intenta provocar este señor a mi honor y mi reputación, y apelando a su honor y dignidad, a resolver esta cuestión como hombres, donde y cuando quiera." Me ha dicho señor y reconocido honor y dignidad, gesto que debo valorar. Además podía yo elegir y evitarme la represión legal, el estipendio pecuniario y la cárcel a cambio de una paliza o la muerte en caso que el duelo fuese con esa condición. Pero ahora ya no se habla de oportunidades. Quizás por aquello de afección en su actividad laboral es imperativo, y sin opciones me reclama: Indemnización por Daños y Perjuicios, Grave Daño Patrimonial y Agravio Moral, además me comunica que debo hacerme cargo de su Asistencia Jurídica. En definitiva todo se ha reducido a la persecución del vil metal. Pareciera que algún dinero pagaría el laverap del honor, la honra, la credibilidad y el prestigio. ¿Saldrán planchaditos y perfumados?
No quiero anticiparme, pero infiero que si con lo del duelo el numerologo venía derrapando con alto riesgo, el vuelco es un hecho si cree que está tropezando con una caja fuerte abierta. Es más, mucho me temo que como tantos que han venido por lana, terminará esquilado.
Prometo abocarme a la respuesta reclamada.
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