La ciencia afirma que las conductas de las distintas especies están regidas por los registros impresos en los pliegues de sus cromosomas germinales.
Es por ello que, como un gorila nunca podrá ser blanco mientras esté impreso en los pliegues de sus cromosomas que sea negro, ciertos círculos humanos jamás podrán sentirse parte de los demás en tanto y en cuanto ése círculo siga alimentando las peculiaridades que eviten la necesaria evolución que produzca el cambio.
Es posible que así se forjaran los Martinez de Hoz, los Anchorena, los Miguens, los Llambías, los Biolcatti...
Así es también comprensible que, lo que a los ojos de las mayorías populares, democráticas, solidarias, con alta capacidad de compartir, de respetar a los demás como iguales sea conducta habitual, nunca pueda ser practicada por aquellos, dado que la capacidad de comprensión que desde el subconciente impulsa la impresión registrada en los pliegues de sus cromosomas jamás permitirá que lo así lo sientan.
En ese contexto, por naturaleza elitistas, sectarios, excluyentes, insolidarios y egoístas, nunca sospecharán que no es lo correcto en el marco general de la vida en sociedad, en tanto el mandato genético disponga esa conducta como correcta.
Cualquier distinto en ése círculo, o es producto de una falla aislada de la genética, o una impostura para engañar aclimatación al medio que desprecian, solo para combatirlo.
Todo cambio natural de esas conductas requiere la modificación del ambiente y el paso de muchísimo tiempo para que lentamente se modifiquen esos registros y las particularidades que transmiten sus diversas características distintivas.
Claro, tratándose de grupos animales inteligentes que consideran al medio como inferior, el mandato genético puede impulsar la búsqueda artificial de un RR humano al que el ambiente no afecte en la naturaleza íntima de las fibras que transmiten sus consideradas extraordinarias peculiaridades.
Parece una exageración, mas entre inteligentes, entre manipuladores con la voracidad exacerbada, no es imposible.
Los que estamos lejos de éstas élites estamos obligados a defender la construcción colectiva de una sociedad mas igualitaria.
Esa defensa implica el rechazo a las estrategias de usar nuestra buena fe para inducirnos a error que practican aquellos grupos autoconsiderados selectos, únicos, puros, en pos de sus privilegios.
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