¿QUE ES LA UNIDAD?
Sobre la construcción de un espacio de unidad de la oposición conformada por el campo popular, hay una cuestión que no se puede soslayar: Y es tener presente, hasta donde el pueblo está dispuesto a llegar.
Porque no siempre, y diríamos
casi nunca, las urgencias o las prioridades de la dirigencia son las mismas que
las del pueblo. Entonces, como quienes en definitiva tienen que protagonizar
son las masas, difícilmente se avance en una construcción tal y como la
conciben los dirigentes.
Y no es que no sea la dirección
correcta, sino que simplemente no hay una maduración en el pueblo de las ideas
en danza.
Quizás cometemos el mismo error
que Paulo Freyre le señaló en su momento al sistema educativo, al que denominó
“bancario”. Porque es un modelo en el que el docente introduce en la cabeza del
alumno –a modo de alcancía- los conocimiento e ideas que considera correctos.
Es el caso en que prácticamente no hay diálogo: uno es el que dispara –ideas,
conocimientos- y el otro recibe.
La contracara sería una educación
dialógica (Freyre) en la que se produce un intercambio y ya el alumno no es una
alcancía, sino un ser que está pensando, debatiendo e incorporando
conocimientos
Podríamos tomar como un ejemplo
de este “divorcio” entre la voluntad y pretensiones de la dirigencia y la del
pueblo, lo que nos ocurrió con los Consorcios de Servicios Rurales.
Un grupo de dirigentes, con poca
intervención de productores discutimos la idea, largamente, redactamos la ley y
concluimos que teníamos una herramienta contundente para la liberación de los
productores de la histórica dependencia del funcionariato.
Fue durísima la pelea, porque
quienes hacen del clientelismo una manera de permanecer no entregan así nomás
las llaves de las decisiones. Por esa razón, cuando se aprobó la ley, la
euforia que experimentamos fue sensacional. Entendíamos que ahora sí los
Agricultores Familiares tenían en su mano la herramienta para decidir, que
hacer, como y cuando. Ya que dados ciertos presupuestos los fondos destinados a
los Consorcios fluirían a sus cuentas sin que ningún funcionario tenga que
poner su firma para que éstos se disparen.
Esos “ciertos presupuestos” se
dieron en muy pocos casos. ¿En qué consistían? En mantener vigente la
Personería Jurídica, abrir cuenta en el banco, entre otros. Hoy, a varios años
de funcionamiento totalmente irregular respecto de sus objetivos, un número
importante de Consorcios, no funciona o funciona con la participación de un 5%
de los productores asociados.
Pasó que lo que fue concebido
como una herramienta emancipadora y de gran valor para el crecimiento del
sector tropezó con dos carencias dramáticas. Una, la falta de comprensión de su
valor estratégico, y la segunda, producto en gran parte de la primera: la
escasa participación de los asociados.
Pasó como pasa en los partidos
políticos, los clubes, las asociaciones, etc., se elige un cuerpo de conducción
y luego cada uno a su casa delegando en ese cuerpo todas las decisiones. Eso
sí, con el paso del tiempo y ante la pregunta de cómo anda el Consorcio, la respuesta
es ¡mal!, pero ante la siguiente pregunta: ¿vas a las reuniones? La respuesta
es no. No tengo tiempo.
Los destinatarios de ésta valiosa
herramienta no maduraron su valor ni se apropiaron de ella como para evitar
seguir siendo manipulados por la dirigencia. Esto es tan obvio que alguna vez
escuchamos al presidente de la Asociación de Consorcios agradecer al gobierno
porque le “transfirieron” ciertos fondos. ¡Insólito! Cantarle loas a la
dependencia es no haber entendido nada del espíritu profundo de la ley.
Volviendo a la construcción de
unidad. Este breve relato sobre el –hasta ahora fracaso- de la Ley de
Consorcios de Servicios Rurales, marca la complejidad de la organización de las
bases para construir cualquier unidad. Porque lo otro sería la unidad entre
dirigentes. Y eso ya lo tenemos, -al menos hasta ahora en el Chaco- con los
resultados a la vista en estos últimos cuatro años.
Si la unidad no surge de un
modelo macerado en las bases, no hay unidad.
Ya lo dijo alguien con algo más
de visión que cualquiera de nosotros:
“En el trabajo con las masas es
preciso partir de las necesidades de éstas, y no de nuestros propios deseos,
por buenos que fueren. Ocurre en ocasiones que las masas necesitan
objetivamente alguna reforma, pero la conciencia subjetiva de esa necesidad no
ha madurado aún en ellas y no se muestran dispuestas ni decididas a llevarlas a
la práctica. En ese caso tenemos que esperar con paciencia e introducir la
reforma solo cuando, gracias a nuestro trabajo, haya madurado la necesidad en
la mayoría de las masas y éstas se encuentren dispuestas y decididas a llevarla
a la práctica, porque de lo contrario quedaremos aislados... En ese sentido
tenemos dos principios: Primero, lo que las masas necesitan en realidad, y no
lo que nosotros imaginamos que necesitan; y segundo, lo que las masas están
dispuestas y decididas a hacer, y no lo que nosotros estamos dispuesto a hacer
en beneficio de ellas.”
Es en consecuencia en este punto
el trabajo de la militancia formada en el crisol del campo popular para generar
en las bases la movilidad necesaria para que el contagio haga florecer ideas y
propuestas que en algún punto puedan sintetizarse en un modelo nacional popular y
revolucionario, pero surgido de las bases y apropiado por éstas para que no
haya ni gurúes ni medios capaces de generar operaciones mediáticas que puedan
cambiarlo.
Y sepamos, que todas estas supuestas unidades que se tejen entre dirigentes, la mayoría con escaso respaldo popular, son una estafa al pueblo, porque no son mas que roscas que consolidan ciertos modos tramposos de evitar la real voluntad popular.
Pasemos entonces, también en política, de la construcción “bancaria” a la “dialógica”
Pasemos entonces, también en política, de la construcción “bancaria” a la “dialógica”
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