LA PALABRA EN LOS MEDIOS HEGEMÓNICOS
En gran parte del planeta, en especial la porción a la que apuntan las fauces de la jungla depredadora de países y gentes, en los medios de comunicación concentrados en manos de las corporaciones económicas, cotiza mucho más la palabra de un mercenario, de un inmoral capaz de mentir por dinero, que la del Papa Francisco, del Dalai Lama o de la Madre Teresa.
Por eso nuestra televisión está
invadida por ese submundo del engaño, la mentira, la simulación, las operaciones,
los gritos repetidos hasta el cansancio para que queden grabados en el vacuo subconsciente
del absorto mirador, sediento de mentiras que hagan feliz su odio acumulado y
nunca explicado.
Leonardo Fariña, aquel estafador
confeso, y mentiroso serial, que en principio era un vil operador de la mafia
que se robó todo, y del que se ponía en dudas hasta su nombre, pasó casi
mágicamente, a ser un patriota cuyas palabras son la verdad revelada y nadie
discute. Su palabra es prueba contundente. Encarcela o excarcela, sin más.
Pero Verbitsky un periodista de
investigación que aporta testimonios y pruebas, en este caso sobre las coimas
que según el abogado Marcelo D’Alessio pedía el Fiscal Stornelli, no es
creíble.
Están las escuchas, las
filmaciones, las grabaciones, todas concordantes con los hechos, pero Stornelli
y Bonadío son la justicia impoluta e intocable que solo escucha con el oído
derecho a los que caminan torcido. Es así que hay prisión preventiva y calabozo
para unos, mientras, para otros, en general peores, cafecito, palmada en el
hombro y abrazo de despedida.
QUE ES UN ARREPENTIDO
Es el nombre, ficticio, con
cierta elegancia, que se le da al delator, al buchón, al traidor, con la
promesa que si inculpa a alguien que está o estuvo en una estructura en un
nivel superior al suyo, obtendrá beneficios concordantes con el volumen de su
aporte. Entonces, se reúnen el Fiscal Stornelli y el “arrepentido” y acuerdan
que es lo que dirá, a quién involucrará, recibiendo el guion que deberá
aprender perfectamente, no para repetirlo en el tribunal, sino para la prensa
porque el de la fiscalía ya estará escrito y solo bastará su firma.
Si el “arrepentido” se arrepiente
de haberse arrepentido, pasa a la etapa de apriete y extorsión, porque irá a
parar con su osamenta a un calabozo por tiempo indeterminado.
En el medio de estas
negociaciones están los D’Alessio, y varios más estrechamente vinculados al
interés del presidente. Pero no aparecen públicamente porque no llegan a la
calaña de D’Alessio o al menos tienen otro expertise.
Todos ellos gestionan para crear
credibilidad sobre sus “arrepentidos” en el fiscal Stornelli y el juez Bonadío. Una credibilidad no vinculada a la verdad, menos a la ética o la moral. Se trata de una credibilidad mucho más acorde al submundo: tarifada.
En definitiva el “arrependido”
debe, no en todos, pero en muchos casos mentir, pero para que su verdad o
mentira sean admitidas y le permitan el cafecito, la palmada y el abrazo,
necesariamente serán acompañadas de las “facturas” que los gestores acuerden
con usías.
En síntesis, el “arrepentido” es
un delincuente, de menor o media laya, que será extorsionado por el fiscal y el
juez para involucrar a quienes ellos consideren funcionales a sus intereses
como operadores del poder corporativo que los sostienen.
Ahora asistimos a un manejador de "arrepentidos", arrepentido: Marcelo D'Alessio. Pero como su denunciado es el Fiscal Carlos Stornelli, ya no tiene la credibilidad de Fariña, ni hay a quién ofrecer "facturas" para que sea tomado seriamente. Entonces, toda la prensa adoradora de los Fariña dice que DÁlessio no es creíble. Que más allá de las pruebas que aporta Verbitsky, éste no es más que un operador en contra de los impolutos de Comodoro Py-Me
¿Que le falta para ser creíble? Que en lugar de denunciar a Stornelli/Bonadío, denuncie a funcionarios del gobierno anterior. Y si es Cristina Fernandez, mejor. Y si viene con unos cientos de miles de dólares, mejor que mejor.
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