El cartel que ilustra la nota junto a la verde página del organismo de control fue puesto en nuestras rutas por el Estado. Es de suponer entonces que es el Estado el que asume como política cuidar los bosques.
No para convertirlos en un museo tal como se esgrime torpemente desde el organismo responsable para descalificar a quienes bregamos por el objetivo que debiera custodiar: el uso racional y su conservación a perpetuidad como dice la Constitución.
Para que no sea este gobierno peronista cómplice de continuidad de la histórica política depredatoria del recurso y empobrecedora de quienes son usados como mano de obra barata, esclava para el gozo de pocos.
Sin embargo, en la práctica, y a contrapelo del modelo nacional, se observa una cerrada alianza entre los organismos públicos y las corporaciones ligadas a un par de eslabones de la cadena forestal con eje en la renta y su acumulación, sin ninguna estrategia de conservación que garantice la provisión de madera en el futuro, y mucho menos la recuperación de lo arrasado desde hace un siglo.
Ni hablar del ecosistema, una entelequia total frente a la voracidad de quienes se creen con derechos absolutos sobre lo que la naturaleza, o Dios para los que así lo conciban, puso al servicio de la vida de todos los seres vivos y por venir.
Decía el general Perón: “Preocúpense cuando el imperio hable bien de mí, pero quédense tranquilos mientras me critiquen”. Se dirigía al pueblo y desde ya incluía en el término “imperio” a todos los grupos económicos que pugnan por presionar al Estado a su favor y en contra de los intereses populares.
En estos días estamos viendo un debate parcial, sesgado e incompleto respecto de los desmontes. En realidad la cuestión central que debiera discutirse es la política de tierras y bosques en el marco de un modelo de desarrollo. Definiendo en primera instancia y con sinceridad qué tipo de desarrollo llevaremos adelante. Pero no es el tema de esta nota por merecer mayor espacio.
Volviendo a la frase de Perón, llama la atención que desde todos los sectores vinculados con la explotación forestal: taladores; topadores; agrupaciones de profesionales relacionadas; puntualmente algunos con gran protagonismo en proyectos y estudios de suelos y modificación de uso; diputados también cercanos a los mal llamados productores forestales, todos cerrando filas, cantan loas al organismo de contralor. Felicitan al Ministerio de Producción, la Subsecretaría de Recursos Naturales y a Dirección de Bosques porque aplican las normas con rigor y eficacia.
Llama la atención y trae del recuerdo aquella frase de Perón.
Hay que bucear profundo, y con nulo éxito, en el intento por encontrar entre quienes son sujetos de control del cumplimiento de normas que hacen al usufructo de algún recurso, feliciten a sus controladores porque lo hagan de modo tal que no les permitan obtener mayores utilidades al hacer respetar estrictamente la ley. En el mejor de los casos mantienen silencio, cuando no protestan y buscan como descalificar esa acción en el intento de obtener algún cambio favorecedor.
Valga como ejemplo la campaña contra las autoridades del Instituto de Colonización emprendida por todos estos sectores y funcionarios, ante la resistencia que opusimos sin éxito, a que se violen las leyes para terminar con los bosques en tierras fiscales siguiendo el histórico y vigente sistema de cambiarlos por comida a los ocupantes y condenándolos a la pérdida de su tierra por no poder tener los recursos para realizar sus mejoras. Resistencia sin éxito porque finalmente se concretó el decreto 2249/10 que hoy es un motivo más para la apropiación también ilegal de tierras fiscales.
Entonces no es muy complejo identificar que las felicitaciones y defensa que se hace de la performance de los organismos responsables de la aplicación de las normas en materia de suelos y bosques están directamente vinculadas con un gerenciamiento a medida de los intereses de un par de sectores de las cadenas forestal y agropecuaria. Y lógicamente en detrimento del interés general.
Aquí, y en la cuestión del bosque, corresponde también recordar que no hay un solo actor entre los que juran y perjuran cumplir sin mácula la Ley de Bosques, que no hayan estado en contra de su sanción. Bonasso fue, es y será para este sector un subversivo merecedor de todos los desprecios y males. Pero no por su protagonismo y luchas de los 70, sino por esta ley.
Otro dato que a nadie pasa como una expresión genuina de defensa de la legalidad es la visita de un grupo de diputados la jueza Iride Grillo. Después de prodigarse mutuos halagos con taladores, topadores y autorizadores y con un mensaje previo a través de los medios expresándole que su amparo “es una amenaza para la actividad foresto industrial”, con el agregado de que la visita obedece a que “le quieren explicar” a la jueza “cuál ha sido el espíritu de la ley cuando la sancionamos”. Pareciera que la señora jueza transitara los primeros grados y necesitara esclarecedores alegatos de quienes tienen sobrados lauros en la defensa de los derechos colectivos. En tal sentido vale recordar que el Consejo de la Magistratura, que ilegal e inconstitucionalmente suspendiera a la jueza Lotero de Volman el 18 de diciembre de 2006 en una muestra brutal de presión a jueces independientes contó con la legitimadora presencia del diputado Martín Nievas, también presente en esta “visita” a una magistrada de reconocida y sufrida independencia.
Solo desde la más insana ingenuidad se puede interpretar que esto sea una visita de cortesía o parte de las relaciones interinstitucionales, y no una advertencia, por supuesto maquillada con el habitual cinismo con que la escuela rozista colonizara a propios y extraños, carentes de condiciones éticas y democráticas. Cinismo que probablemente pese muchísimo para que nuestro gobierno siga en mora con el compromiso de darnos a los chaqueños una justicia integrada en su órgano de conducción, por honorables y dignos, capaces de expresar independencia.
Para finalizar, es importante destacar la prácticamente nula expresión de sectores directamente afectados por el rumbo que pueda tomar nuestro destino si triunfa esta falacia impulsada por la alianza entre los sectores explotadores y controladores de que todo está magnífico en el manejo de nuestros recursos.
Sepamos que ahora se está librando esta batalla y que este es el momento de asumir posiciones. En tal sentido es de una preocupante pobreza militante el silencio de la mayor parte de los sectores de nuestro Frente, como de las organizaciones sociales y de productores, dejando en manos de una ONG esta cuestión como si fuésemos nulos, e incapaces. Lo digo con el respeto que todos me merecen, pero creo necesaria una reflexión.
No está demás recordar que la lealtad es plena cuando se es capaz de oponerse a estrategias que afecten el bienestar general, uno de los objetivos de toda construcción colectiva, más allá de cualquier interés personal o sectorial. Y este, el mejor gobierno que vivimos los chaqueños, merece nuestra lealtad sin especulaciones ni temores.
No para convertirlos en un museo tal como se esgrime torpemente desde el organismo responsable para descalificar a quienes bregamos por el objetivo que debiera custodiar: el uso racional y su conservación a perpetuidad como dice la Constitución.
Para que no sea este gobierno peronista cómplice de continuidad de la histórica política depredatoria del recurso y empobrecedora de quienes son usados como mano de obra barata, esclava para el gozo de pocos.
Sin embargo, en la práctica, y a contrapelo del modelo nacional, se observa una cerrada alianza entre los organismos públicos y las corporaciones ligadas a un par de eslabones de la cadena forestal con eje en la renta y su acumulación, sin ninguna estrategia de conservación que garantice la provisión de madera en el futuro, y mucho menos la recuperación de lo arrasado desde hace un siglo.
Ni hablar del ecosistema, una entelequia total frente a la voracidad de quienes se creen con derechos absolutos sobre lo que la naturaleza, o Dios para los que así lo conciban, puso al servicio de la vida de todos los seres vivos y por venir.
Decía el general Perón: “Preocúpense cuando el imperio hable bien de mí, pero quédense tranquilos mientras me critiquen”. Se dirigía al pueblo y desde ya incluía en el término “imperio” a todos los grupos económicos que pugnan por presionar al Estado a su favor y en contra de los intereses populares.
En estos días estamos viendo un debate parcial, sesgado e incompleto respecto de los desmontes. En realidad la cuestión central que debiera discutirse es la política de tierras y bosques en el marco de un modelo de desarrollo. Definiendo en primera instancia y con sinceridad qué tipo de desarrollo llevaremos adelante. Pero no es el tema de esta nota por merecer mayor espacio.
Volviendo a la frase de Perón, llama la atención que desde todos los sectores vinculados con la explotación forestal: taladores; topadores; agrupaciones de profesionales relacionadas; puntualmente algunos con gran protagonismo en proyectos y estudios de suelos y modificación de uso; diputados también cercanos a los mal llamados productores forestales, todos cerrando filas, cantan loas al organismo de contralor. Felicitan al Ministerio de Producción, la Subsecretaría de Recursos Naturales y a Dirección de Bosques porque aplican las normas con rigor y eficacia.
Llama la atención y trae del recuerdo aquella frase de Perón.
Hay que bucear profundo, y con nulo éxito, en el intento por encontrar entre quienes son sujetos de control del cumplimiento de normas que hacen al usufructo de algún recurso, feliciten a sus controladores porque lo hagan de modo tal que no les permitan obtener mayores utilidades al hacer respetar estrictamente la ley. En el mejor de los casos mantienen silencio, cuando no protestan y buscan como descalificar esa acción en el intento de obtener algún cambio favorecedor.
Valga como ejemplo la campaña contra las autoridades del Instituto de Colonización emprendida por todos estos sectores y funcionarios, ante la resistencia que opusimos sin éxito, a que se violen las leyes para terminar con los bosques en tierras fiscales siguiendo el histórico y vigente sistema de cambiarlos por comida a los ocupantes y condenándolos a la pérdida de su tierra por no poder tener los recursos para realizar sus mejoras. Resistencia sin éxito porque finalmente se concretó el decreto 2249/10 que hoy es un motivo más para la apropiación también ilegal de tierras fiscales.
Entonces no es muy complejo identificar que las felicitaciones y defensa que se hace de la performance de los organismos responsables de la aplicación de las normas en materia de suelos y bosques están directamente vinculadas con un gerenciamiento a medida de los intereses de un par de sectores de las cadenas forestal y agropecuaria. Y lógicamente en detrimento del interés general.
Aquí, y en la cuestión del bosque, corresponde también recordar que no hay un solo actor entre los que juran y perjuran cumplir sin mácula la Ley de Bosques, que no hayan estado en contra de su sanción. Bonasso fue, es y será para este sector un subversivo merecedor de todos los desprecios y males. Pero no por su protagonismo y luchas de los 70, sino por esta ley.
Otro dato que a nadie pasa como una expresión genuina de defensa de la legalidad es la visita de un grupo de diputados la jueza Iride Grillo. Después de prodigarse mutuos halagos con taladores, topadores y autorizadores y con un mensaje previo a través de los medios expresándole que su amparo “es una amenaza para la actividad foresto industrial”, con el agregado de que la visita obedece a que “le quieren explicar” a la jueza “cuál ha sido el espíritu de la ley cuando la sancionamos”. Pareciera que la señora jueza transitara los primeros grados y necesitara esclarecedores alegatos de quienes tienen sobrados lauros en la defensa de los derechos colectivos. En tal sentido vale recordar que el Consejo de la Magistratura, que ilegal e inconstitucionalmente suspendiera a la jueza Lotero de Volman el 18 de diciembre de 2006 en una muestra brutal de presión a jueces independientes contó con la legitimadora presencia del diputado Martín Nievas, también presente en esta “visita” a una magistrada de reconocida y sufrida independencia.
Solo desde la más insana ingenuidad se puede interpretar que esto sea una visita de cortesía o parte de las relaciones interinstitucionales, y no una advertencia, por supuesto maquillada con el habitual cinismo con que la escuela rozista colonizara a propios y extraños, carentes de condiciones éticas y democráticas. Cinismo que probablemente pese muchísimo para que nuestro gobierno siga en mora con el compromiso de darnos a los chaqueños una justicia integrada en su órgano de conducción, por honorables y dignos, capaces de expresar independencia.
Para finalizar, es importante destacar la prácticamente nula expresión de sectores directamente afectados por el rumbo que pueda tomar nuestro destino si triunfa esta falacia impulsada por la alianza entre los sectores explotadores y controladores de que todo está magnífico en el manejo de nuestros recursos.
Sepamos que ahora se está librando esta batalla y que este es el momento de asumir posiciones. En tal sentido es de una preocupante pobreza militante el silencio de la mayor parte de los sectores de nuestro Frente, como de las organizaciones sociales y de productores, dejando en manos de una ONG esta cuestión como si fuésemos nulos, e incapaces. Lo digo con el respeto que todos me merecen, pero creo necesaria una reflexión.
No está demás recordar que la lealtad es plena cuando se es capaz de oponerse a estrategias que afecten el bienestar general, uno de los objetivos de toda construcción colectiva, más allá de cualquier interés personal o sectorial. Y este, el mejor gobierno que vivimos los chaqueños, merece nuestra lealtad sin especulaciones ni temores.
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