EXALTACIÓN DE LA EXTORSIÓN Y LA TRAICIÓN
Hemos llegado tan lejos con la pérdida de identidad, con la desideologización, con la costumbre de mentir, con la impune manía de hacer fraude, que ahora resulta que quienes votaron un presupuesto escandalosamente antipopular y antinacional son mostrados como personas con valores, con espíritu constructivo, altruistas y sacrificados representantes de los traicionados.
Este es el modelo de políticos
que se les trasmite a las generaciones jóvenes. Se puede mentir que seremos
fieles al modelo de país que impulse nuestro partido o frente, y luego con
amañadas justificaciones votar en sentido contrario. Que se puede aceptar la
extorsión calladamente para lograr promesas de obras para la provincia. Es
decir, aceptar la extorsión como parte el juego político.
Es insólito que se intente
imponer, impúdicamente, que es válido y valioso el voto que hunde al país porque
a una provincia se le prometan tales y cuales obras o recursos.
Se hace una exaltación de la
traición que el gobierno nacional exige, extorsión mediante. Y se la defiende.
Se la pretende mostrar como normal. Con ello se acepta que la voluntad popular
no cuenta. No existe. El pueblo vota en un determinado sentido. Vota en el
marco de preceptos doctrinarios e ideológicos para que sus representantes
expresen esos intereses en el Congreso. Pero resulta que al momento de las
grandes decisiones se excluye la política del debate y se colocan sobre la mesa
montañas de dinero ficticio (promesas) que se repartirán según cada quién
satisfaga el interés del ejecutivo, que expresa el interés de los buitres de la
deuda, del FMI.
No son novedosos. En pleno
estallido de la crisis griega, y viendo que hacer para escapar de las garras de
la eurozona dominada por Alemania, Tsipas llamó a un plebiscito para que el
pueblo decida y recibió como respuesta el lapidario comentario del ministro de
economía de Alemania quién dijera: “que voten, no hay problemas, pero las
reglas, son las reglas”. ¿Queda claro no? Esto es más o menos lo mismo.
Cientos de miles de millones de
dólares que pagarán varias generaciones de argentinos con hambre, con miseria,
y muchos con su vida, no importan. Importan las promesas, como la del ramal 3
del Belgrano Cargas, humo. Ahora, -tarde como siempre- productores vinculados a
la FAA, patrocinadora del neoliberalismo gobernante, levanta su voz diciendo
que el tren solo favorece a los grandes acopiadores, Algo que siempre se supo y
que algunos advertimos públicamente en el momento oportuno mientras ellos
apoyaban fervorosamente este cambio para peor.
¿Seguirán estos pequeños y
medianos productores con delirios de ser “el campo”, aquel de Martinez de Hoz,
Miguens, Etchevehere, votando más exclusión y miseria, para satisfacer los
intereses de las minorías que admiran y a las que añoran pertenecer, mientras
obran en contra de cualquier posibilidad de progreso propio?
¿Seguirá el gobierno provincial
intentando descalificar a las diputadas Rach Quiroga y Masin por ser leales a
quienes las votaron y denunciar la extorsión, mientras glorifica y muestra como
modelos la traición y cobardía de Pertile y Mosqueda, por entregarse a esta
orgía vergonzante de convertirse en marionetas sin alma?
¿Habrá aprendido la clase media
que lo es porque hubo un gobierno que le colocó una escalera para que ascienda?
¿O seguirá pensando que nada tiene que ver la política ni el modelo de país que
ésta impulse, y que todo depende del esfuerzo propio? Sí, esa clase media que
todavía tiene el auto, pero camina, porque si carga combustible, no come. Esa
para la que comer afuera, pasó de ser frecuente a ser un acontecimiento anual.
Esa que de excursiones de fines de semana largos y vacaciones al mar o las montañas,
vuelven a la pelopincho y el tereré. Esa que con su “sueldo medio” blandía
tarjeta de crédito para comprarse celular, plasma, moto, auto, porque hubo un
gobierno que “le hizo creer que se podía”. Y pudo, pero ya no puede.
¿Seguirá esa clase media votando fraudes
como los Macris, Rozas, Carrios, Pértiles y Mosquedas, que los están sumiendo
en la pobreza de la que habían apenas emergido gracias a los que les “hicieron
creer” que era posible una menor desigualdad?
¿O necesitan caer aún más para
darse cuenta que el “se robaron todo”, los “cuadernos”, y las fortunas
enterradas, son la pantalla para quitarles lo que habían logrado con esfuerzo
propio, pero también gracias a un modelo de país inclusivo, amplio, que con errores,
pero con aciertos permitió que atesoren?
Quizás en la próxima elección, no
votemos a sustitutos de esta gangrena. Ojalá apaguemos el televisor y
encendamos el cerebro y la memoria, dejando de ser instrumentos obtusos de
intereses criminales que no trepidan en defraudar, traicionar, robar, y
destruir el país y el bienestar de millones de argentinos para enriquecer a una
casta oligárquica antinacional servil a minúsculos intereses antipopulares.
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