lunes, 8 de junio de 2015

Plaza colmada de "clientes" según Vidal Mario
A LOS COMPAÑEROS CLIENTES

Página 6 del Diario Norte del domingo 07 de julio de 2015. Una página con dos notas muy interesantes, el editorial titulado “Reconocimiento de la FAO a la Argentina” y la de Vidal Mario titulada “La historia del clientelismo”. Invito leer las dos. Imperdibles.

El editorial dice entre otros conceptos, que América Latina y El Caribe son la única región en el mundo que logró la meta de reducción del hambre planteada. Entre los premiados están Argentina y Venezuela. Manifiesta además que “estos datos esperanzadores y que hacen de América Latina campeona mundial en la reducción del hambre se atribuyen a aspectos como el aumento de la productividad agrícola, las inversiones agrarias, la protección social, la voluntad política y el crecimiento económico inclusivo, que son pilares principales para hacer de la erradicación del hambre, un objetivo primordial en el desarrollo de los países” Termina el editorial “…más de 30 millones de personas han superado el hambre en América Latina y El Caribe en los últimos 20 años, generando en el proceso un valioso repertorio de políticas públicas que pueden servir como base para otros contextos y regiones…”

La síntesis editorial refleja una de las mejores noticias para los pueblos de América Latina empobrecidos por décadas de políticas neoliberales concentradoras. Y también deja muy en claro que el objetivo que se va cumpliendo no es producto de la casualidad ni de antojadizos vientos de cola que parece que solo soplan cuando hay gobiernos populares.

Sin embargo, en la misma página, al ladito nomás, está la nota del prestigioso escritor y periodista Vidal Mario, que constituye una pieza imperdible para el debate de la militancia, más si se la compara con la vecina. Solo como introducción a ello, hago un breve comentario sobre su contenido.

Quede claro que no es para, ni tiene sentido polemizar con el autor, que tiene todo el derecho a leer la realidad desde ese prisma. Aquí lo importante es que los que somos considerados clientes tratemos de entender las razones, motivaciones, estructuras mentales, preconceptos, y todo el bagaje de antis y prejuicios que llevan al autor y seguramente a parte de sectores especialmente de clase media alta, intelectuales y profesionales con formación académica y posición económica a tener esa mirada de desprecio sobre la mayoría del pueblo argentino. La polémica personal es irrelevante e inconducente ante esta enorme contradicción que expone la distinción que reciben Argentina y Venezuela y el furibundo ataque que el premiado escritor asesta a la inteligencia, dignidad y capacidad de tantos argentinos para decidir de manera distinta a la suya, y tratarlos tan despectiva y despreciativamente como una mercancía viva que se ofrece al mejor postor.

Dice Vidal Mario que cuando el presidente de Venezuela Nicolás Maduro convoca a una marcha, esta es masiva porque los que acuden son los clientes de Maduro. Allí vincula a los “clientes” que dice formó Chávez, con La Cámpora, “que no es otra cosa que clientelismo puro”. Allá como acá van por esa moneda que son el chori y la coca, en la lectura del autor. No está escrito, pero otra moneda seguramente es el embarazo por un plan.

Seguidamente, emulando el estilo grondoniano –no el cliente de Blater, sino Mariano, el amante del imperio- intenta una clase sobre el origen del “clientelismo”, informando que se remonta a la antigua Roma en la que legiones de “pedigüeños” –hoy y aquí seríamos los que apoyamos a Cristina y Maduro- dependían de alguien poderoso que todas las mañanas les entregaba una moneda para que salgan a gritar a su favor en la calle toda vez que éste lo necesitara. Esos serían algunos millones que se hicieron visibles a partir de Néstor y Cristina y participan de actos cuando la presidenta convoca, porque no quieren volver a desaparecer. Dice textualmente don Mario que “Como si fuese otro código romano, esta milenaria interpretación -es de suponer refiere a la suya- clientelar sigue viva en muchos países latinos -seguramente en todos los campeones del mundo que bajaron el hambre-, y en los últimos años se hizo particularmente visible en países como Venezuela y Argentina”. Ataca el autor con gran énfasis el modelo que redujo drásticamente el hambre en ambos países, como si este arrimar Justicia Social hiriera las fibras más íntimas de su conciencia humanista y cristiana.

Viene luego una mención del señor Vidal a la revolución francesa y a Europa que dice entendió muy bien el mensaje de ese acontecimiento “para acabar con el sometimiento del pueblo a los poderosos”. Además de olvidar el saqueo a América Latina, en mi opinión habría que preguntarles entre otros muchos países europeos a Grecia si están de acuerdo que se acabó el sometimiento. Pero esa es solo una duda mía. Vidal destaca con inusitado entusiasmo al Imperio Inglés que recientemente votó, y según dice, sin monedas, choripanes, sin limosnas ni planes sociales lo que, afirma Vidal “eleva al ciudadano a la jerarquía de patrón de sí mismo y de verdadero dueño de la política de su país” Impresionante alegato a favor de la ejemplaridad democrática del Imperio Británico, que lástima no se condice con la práctica ni la conducta real, ni interna ni externa jalonada de despojos, piratería, saqueo, opresión y crímenes de guerra.

Luego Mario se preocupa porque en la última concentración en Venezuela “mientras sus numerosos clientes esperaban bajo un sol inclemente, el ex chofer de ómnibus Maduro se encontraba aún en La Habana saludando a los trabajadores cubanos en su día.”

Obsérvese como el Borges vernáculo al elogio de “clientes”, suma la exaltación al digno trabajo de chofer del presidente -¿o no?-, para finalmente destacar el gesto de saludar a los -¿comunistas?- trabajadores cubanos. Todo muy en línea con lo nacional y popular y antidiscriminatorio.

Los clientes argentinos, estamos recibiendo, siete millones de nuevos puestos de trabajo; tres y medio millones de nuevos jubilados; Asignación Universal por Hijo que garantiza salud, educación y alimento a todos los niños; miles de viviendas; asfalto; escuelas; hospitales; tecnología Ar-sat I; Procrear; Progresar; autopistas. Y cientos de beneficios más. Todas las mañanas recibimos estas monedas, y por ellas, gritamos bien fuerte que no queremos que los que Vidal Mario nos propondría, nos den una mano. Si le pedimos por favor que no intenten ponernos de nuevo las dos manos encima, como lo hicieron cada vez que gobernaron los que nos despreciaron considerando que somos una mercancía y que no merecemos nada. 

Compañeros clientes estudiemos estas declaraciones con alto contenido elitista no para combatir otras ideas y cambiarlas, sino para reafirmar nuestras convicciones que la patria somos todos y que el que menos tiene y menos puede es el que más merece. Y que todos tenemos derecho a estar, vivar y defender lo nuestro y a los nuestros. Y si para ello se necesitan colectivos chori y coca para que no solo puedan ir los de Puerto Madero y los que tienen auto, habrá que también poner igualdad allí. Todo esto porque como es obvio, estan al acecho los que buscan el retorno al pasado. Y tienen sus calificados escribas.

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