domingo, 13 de julio de 2014

TIERRAS Y FUEGOS ARTIFICIALES, PERO EL TEMA DE FONDO QUE NO SE TOCA.

La Provincia promoverá la transformación de los latifundios y minifundios en unidades económicas de producción, a cuyo efecto expropiará las grandes y pequeñas extensiones de tierra que en razón de su ubicación y características fueren antisociales o antieconómicas.
El Estado propenderá a la eliminación del arrendamiento y la aparcería como forma de explotación de la tierra, mediante la aplicación de planes de colonización. (Artículo 49.­Constitución Provincial)

Ni los supuestos delegados del Instituto de Colonización, ni el denunciador serial Rolando Nuñez, rozan siquiera este tema, ni mucho menos nuestros diputados que lo ignoran por décadas. Porque a ninguno de ellos les da el cuero para avanzar sobre el poder constituido, del que sin dudas siempre esperan migajas. Ésta es la cuestión a profundizar y poner a debate. Y fundamentalmente si la tierra puede seguir siendo privatizada, puesta en el mercado y a merced del dinero, como para que hoy en el Chaco 150 personas sean dueñas de más del 30% de las tierras productivas, concentración que sigue en ascenso. Mientras esto no se discuta todo lo demás es inconducente, de menor valía. Puros fuegos de artificio.

No es mi razón la defensa del contador Paris. Aunque es válido recordar que ha sido quién con mayor conocimiento y énfasis ha defendido los intereses colectivos en tiempos en que la tierra pública era un botín que se repartía entre amigos y clientes poderosos durante el rozismo. También vale recordar que los supuestos delegados de ese tiempo y sus actuales discípulos terminaron denunciando la corrupción política como parte de una puja por los nichos internos montados en el organismo donde se cobraban títulos y hasta simples informes o constancias. Sin olvidar el penoso proceder de algunos “recaudadores” que mediante engaños y falsificación de recibos hacían que pequeños productores tengan que vender sus pocas vacas para pagar deudas inexistentes exageradas, obteniendo dineros que iban a parar a los bolsillos de esta corrupción interna integrada por un reducido grupo de ociosos y holgazanes que hasta hostigaban al personal que con responsabilidad y dignidad siempre trabajó.

Este frente interno ha sido un obstáculo importante para el esclarecimiento de la corrupción con la tierra pública. Durante nuestra gestión han estrechado filas con los retazos del rozismo, otrora su supuesto enemigo, frente al riesgo que significó la cesantía de algunos “trabajadores” del Instituto de Colonización denunciados por nosotros, detenidos y puestos a disposición de la Justicia por la policía al descubrirlos in fraganti vendiendo tierras para su propio beneficio. Rezagos del rozismo.
Entonces, las denuncias que se puedan hacer desde éstos antecedentes y con ésta historia en principio carecen de la mínima credibilidad.

Todo este debate en el que también se inscribe el doctor Rolando Nuñez del Centro Mandela carece de seriedad, sustento y sentido. Son solo fuegos de artificio para pequeños réditos personales de quienes viven de la crítica, la protesta y muchas veces la mentira sin siquiera rozar el fondo de la problemática de las tierras. Y ni hablar que alguna vez estos profesionales de la crítica vayan a asumir algún compromiso de gestión para validar sus sentencias. Jamás. Siempre es más sencillo estar enfrente buscando errores o inventándolos.

Tengo autoridad para plantear que vayamos a la cuestión de fundo, porque durante nuestra  gestión al frente del Instituto de Colonización lo puse no solo sobre la mesa, sino que se debatió en más de treinta reuniones a lo largo de la provincia, algunas de ellas, como en Sauzalito y la Cámara de Diputados, montadas por la oposición, esa que negoció irregularmente por más de mil millones de pesos para sus bolsillos con las tierras fiscales. Montadas por el rozismo con cómplices de nuestro bloque que participaron de ese negocio como consta en pruebas aportadas por nosotros a la justicia.

De ese debate en la Cámara guardo la grabación completa como prueba de la vergüenza, mala fe y deshonestidad con que han actuado quienes condujeron las exposiciones, encabezados por la diputada Clelia Ávila y que escribieron una vergonzante síntesis del mismo que no tiene absolutamente nada que ver con lo ocurrido y expuesto por todos en el recinto.  

Dábamos debates y los promovíamos con honestidad y buena fe. No ocurría lo mismo en la Cámara de Diputados, dado que parte de nuestros diputados y toda la oposición rozista afectada por nuestras investigaciones, incluido el entonces presidente radical devenido en peronista Bergia, se alinearon para terminar con esas investigaciones que llevaron entre desadjudicaciones administrativas y pedidos de nulidad de títulos vía acciones de lesividad más de quinientas mil hectáreas, que por supuesto los críticos que lo saben todo pero nunca hicieron nada ignoran, y hasta dicen que es eso lo que había que hacer.

El parámetro político, ético y moral con que se midió el análisis de mi pliego para continuar como presidente del Instituto de Colonización con clara decisión política de rechazarlo lo da un hecho contundente: mientras se decidía evitar a cualquier costo la continuidad de mi equipo de trabajo al frente del organismo sin un solo elemento válido, en la Cámara de Diputados permanecía contratado por el presidente Bergia con acuerdo de nuestro bloque el señor José “Pepe” Moreno, condenado por la justicia por haberse reconocido delincuente responsable de le venta ilegal de tierras fiscales siendo vocal del Instituto de Colonización durante la corrupta gestión rozista. Tuvo la justicia que intimarlos para que el delincuente que apañaban deje de permanecer en la guarida que le habilitaron.

Pero todo esto ya es historia. Historia que debemos repasar para saber la catadura de los personajes que con enorme hipocresía hablan de temas tan importantes, y hasta algunos siguen siendo puestos por nuestros conductores políticos en las listas de los distintos partidos para que sigan sirviendo a sus pequeñas apetencias.

Ahora si alguien tiene interés genuino en el futuro de la provincia y en un análisis con visión estratégica respecto del desarrollo y su relación con la tierra, elevemos el punto en el horizonte hacia soluciones reales que garanticen que la tierra no sea una mercancía, sino un recurso esencial que no puede estar a merced del poder del dinero.

Terminar con la privatización de la tierra es un imperativo ineludible para garantizar el acceso a la misma en condiciones de igualdad por parte de todos aquellos que la trabajen. La adjudicación en concesión, comodato u otra figura equivalente, en unidades económicas familiares con la condición de hacerla producir con sustentabilidad, respeto al medioambiente y a la biodiversidad es un camino posible como garantía de fin esta brutal realidad con 150 propietarios que promedian más de 8500 hectáreas cada uno, mientras en el otro extremo 5600 productores poseen menos de 50 hectáreas, y miles de hijos de productores no tienen ni tendrán en el futuro ni una sola, por no poder competir en el mercado inmobiliario con los latifundistas que acumulan de la mano de este sistema.

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