LA DERECHA FASCISTA NO SOPORTA GOBIERNOS POPULARES
Víctor Hugo Morales afirmaba que
los cuatro millones de mails que hiciera circular Magnetto diciendo que el
gobierno le habría pagado diez millones de dólares para que hable bien del
Proyecto Nacional, lejos de molestarlo, le daba satisfacción. Porque si la
derecha más retrógrada y fascista necesitó mentir tan burda y groseramente, no
cabían dudas que no tenía un solo argumento cierto y valedero para el ataque y la
polémica.
Me vinieron a la memoria estás
reflexiones cuando mi osadía para decir la verdad desató las iras de algunos
personajes de la baja política y los servicios, también bajos por supuesto, tanto
como para llevarlos a perder la noción del absurdo y el ridículo exponiendo y
desnudando impúdicamente sus peores miserias. Ni una sola verdad, ni una sola
denuncia como corresponde, en los estrados judiciales. Odian al que se atreve
frente a su retórica hipócrita propia de regenteadores de burdeles y garitos.
Eso sí, de misa diaria.
Pero no quiero caer en la
provocación y dejar de lado lo importante. Lo importante, y que ninguno de los
que han perdido la escasa compostura que impostaban, pasando de la simulación a
la difamación como herramienta silenciadora, es el futuro de las tierras
fiscales y los agricultores familiares si se sigue con la privatización a la
que adscriben ideológicamente, y también por mandato de sus financiadores.
Reitero que me interesa el
debate. Pero el debate como mecanismo de construcción colectiva, y aporte hacia
la consolidación de un modelo con el que los toda la vida estuvimos en el campo
popular soñamos, y por el que luchamos sin mezquindades ni oportunismo. Para
ello no son interlocutores ni los panqueques disfrazados de populares ni los
que pontifican sin jamás comprometerse ni despegar sus pálidas nalgas de los
mullidos sillones desde donde prestan servicios que más que secretos son oscuros
y serviles, más allá del bastardeo que puedan hacer usando nombres de luchadores
extraordinarios, ejemplos para la humanidad, de quienes están tan lejanos como
pudiera estar el enorme Nélson Mandela de la hiena Videla.
En virtud de ello insisto en que no
nos lleven a estos subsuelos. Por ello, y para que esta nota no se reduzca a
estas nadas, aporto algunas propuestas que hiciéramos desde el Instituto de
Colonización para retirar las tierras productivas de las voraces fauces del dios
mercado.
Proponíamos en el Título V la
creación de un Banco de Tierras, y que serían incorporadas a ese Banco “…todas
las tierras fiscales no adjudicadas existentes al momento de la sanción de la
presente ley, excepto las que correspondan a comunidades indígenas…”; “…las que
estando adjudicadas, dichas adjudicaciones sean rescindidas … y las que se
recuperen vía nulidad de títulos, expropiaciones, donaciones, sean adquiridas
por el estado provincial por aplicación del artículo 52…” Vale recordar que el
artículo 52 dispone la intervención del estado para autorizar las transacciones
de tierras privadas reservándose la prioridad de compra. Todo ello para evitar
la expansión de los latifundios y avanzar en el cumplimiento del mandato que la
Constitución Provincial dispone en su Artículo 49. “La Provincia promoverá la
transformación de los latifundios y minifundios en unidades económicas de
producción, a cuyo efecto expropiará las grandes y pequeñas extensiones de tierra
que en razón de su ubicación y características fueren antisociales o
antieconómicas. El Estado propenderá a la eliminación del arrendamiento y la
aparcería como forma de explotación de la tierra, mediante la aplicación de
planes de colonización.”
Propongo avanzar, difundir y
demandar aportes para que dejemos de discutir si la tierra se la vendemos a Juan o
a Pedro, porque de seguir así -vendiéndola- siempre terminará en manos de los 150 que ya
tienen más del 30% de la superficie productiva. La tierra no es una mercancía y debe permanecer fuera del mercado inmobiliario.
De todos modos y para que no se
depriman Bergia y Rolando Nuñez, que por estos días recobraron color, les concederé éstas últimas líneas. Los
desafío públicamente a que denuncien todo lo que dicen. En tal caso pregúntenle
a Angel Rozas, a Rabossi y algún otro de la misma calaña que prometieron juicios
y se arrepintieron, o los perdieron. No se falten el respeto a sí mismos ni
hagan esta exposición de cobardía mostrándose como vulgares charlatanes sin concretar una sola denuncia. Pero
sepan: la verdad es invencible, por eso no temo, ni siquiera a la más rastrera
de las difamaciones como lo es el ataque a mi familia.
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