Cada persona, con su conducta, construye día a día su patrimonio moral.
Aquel que atesore responsabilidad, honestidad, dignidad y respeto hacia el otro, tendrá el reconocimiento, respeto y consideración de aquel. Así como el que camine por la vida violando elementales principios éticos y morales, bastardeando valores básicos de convivencia, merecerá al repudio mayoritario de sus contemporáneos y si su protagonismo afecta el destino colectivo, también será condenado por la historia.
Seguramente es triste para la familia del dictador verse obligada a sepultarlo en secreto en lugar donde pudieran, no donde quisieran. El rechazo del pueblo de Mercedes de que sus restos reposen en el cementerio del lugar que lo vio nacer es sin dudas un espejo de su conducta pública que refleja la imagen de su patrimonio social y moral.
Que su nefasta existencia, y su vergonzante ocaso, sirvan para para que el NUNCA MÁS sea eterno, y también para que los que con ligereza comparan con dictadura algunas situaciones que se puedan dar en procesos democráticos asuman con mayor respeto a las víctimas de aquella tragedia, y no bastardeen irresponsablemente el término con el solo objeto de afectar a otra parcialidad política a fin de posicionarse electoralmente ante la sociedad.
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