El monstruo apareció en 1872, alimentó las calderas de su primer mundo con millones de hectáreas de montes y consumió miles de vidas del gran Chaco. Obeso, harto, se retiró en 1966. No plantó un árbol porque la naturaleza proveía otros; no permitió la educación de los hijos de sus hacheros, para que solo fueran hacheros; no evitó la muerte de éstos, carbón de sus calderas, porque también la naturaleza proveía otros. Pero sí dejó su semilla, sus herederos. Sus cómplices operadores dentro del estado también.
Hoy La Forestal tiene otro rostro y otros nombres. Lucas González (1) aquel funcionario funcional, también.
Pero de eso, no se habla. Pareciera que La Forestal hubiese sido una bendición para nuestro pueblo y recursos, y las bendiciones no se tocan. Por eso sus continuadores, tan irracionales explotadores y expoliadores como aquellos, siguen buscando sus Lucas Gonzalez para exigir se pongan a su disposición los últimos montes todavía no devastados. Y todos quienes pretendan un debate serio sobre su criminal pasado, su no menos criminal presente y también sobre el futuro, son declarados enemigos.
No importa, seguiremos sosteniendo que nuestros recursos naturales no son patrimonio de ningún sector. Son de todos los chaqueños y deben ser explotados racionalmente en beneficio de todos. Pero esencialmente respetando sin fisuras las normas –siempre violadas salvajemente- para garantizar su conservación a perpetuidad. Este no solo es un imperativo constitucional, es un ineludible mandato político, ético y moral, por nosotros y por las futuras generaciones.
Pues está claro que no todos en este nuestro gobierno estamos en esa línea de compromiso y pensamiento. Y también esto tiene sus razones. Nuestro gobierno cuenta con actores que han luchado por el cambio. Y esa lucha implicaba militar para que la impostura del rozismo –en este campo y otros- quedara expuesta ante la sociedad. Ello habilita a recordar, sin soberbia, pero sin falsa modestia que nuestra contribución ha sido importante para que hoy tengamos un gobierno del pueblo, una provincia para todos y en pleno progreso de la mano de la gestión más importante de toda su historia.
Pero también es cierto que convivimos con rezagos del rozismo que en ciertos ámbitos resisten el cambio. La Dirección de Bosques, siguiendo esa línea está gerenciando el organismo público al servicio de un puñado de empresas reemplazando al estado ausente por un estado activo, pero activo a favor de las minorías que históricamente devastando nuestro recurso dejaron muerte y miseria en el monte y embolsaron cientos de millones de dólares en pocos bolsillos. Típica política del saqueo contra la que hemos batallado con todas nuestras fuerzas.
Y no lo hemos hecho para que llegada la oportunidad, se continúe o repita ninguna de las tramposas y corruptas gestiones que nos precedieran. Antes que funcionarios somos militantes y si bien no abandonaremos voluntariamente ningún espacio, no condicionamos nuestra permanencia al silencio cómplice que en casos como el de nuestros bosques traiciona severamente nuestra obligación y compromiso.
Sabemos que el estado es un escenario de tensiones, presiones y conflictos. Pero tenemos certeza que éstos deben ser resueltos con equidad y justicia resistiendo las presiones. Porque si son ellas las que impulsan nuestras decisiones seremos meros instrumentos de los sectores con mayor capacidad de extorsión. Y nuestros montes residuales y los pobres del Chaco profundo que no tienen voz y esperan que sea la nuestra, seguirán alimentando las calderas que iluminen el bienestar de los retoños de aquel monstruo que devoró a sus antepasados.
Aquí, desde el sector que explota el recurso y la Dirección de Bosques, se ha lanzado un discurso falaz acusando al Instituto de Colonización por una supuesta inminente parálisis de la industria cuyo principal recurso es la madera. Campaña para que todo siga igual, o peor, en beneficio de los mismos, ahora exacerbado además su apetito por la ingesta de glifosato, y en perjuicio del conjunto.
Cuando La Forestal se retiró, en 1966, quedaron las consecuencias de tanto saqueo: pobreza, desocupación y tierras devastadas. El lógico resultado de la imposición de un modelo extractivo que no repara ni en bienes naturales ni en las necesidades humanas. Y de un estado ausente, o peor, cómplice.
Pero ese esquema de usufructuar lo que la naturaleza entregó, sin reforestar absolutamente nada para garantizar la materia prima excluyente para sus empresas, y de cambiar trabajo por comida, es la síntesis de un gran negocio, pero también es la matriz del más irresponsable y delictual de los procederes.
Empresarios y funcionarios ignoran que la Constitución Provincial dice: Art.:38 “Es deber de los poderes públicos dictar normas que aseguren básicamente: 1°. La preservación, protección, conservación y recuperación de los recursos naturales y su manejo a perpetuidad.” Que el art. 39 ordena: “La actividad económica de la Provincia está al servicio del hombre. El Estado promoverá la iniciativa privada y la armonizará con los derechos de la comunidad, sobre la base de la distribución equitativa de la riqueza y de la solidaridad social". Que en el art. 41 agrega “El aprovechamiento racional e integral de los recursos naturales de dominio público está sujeto al interés general y a la preservación ambiental." Y que el art. 44 manda: “El bosque será protegido con el fin de asegurar su explotación racional y lograr su correcto aprovechamiento socioeconómico integral. El Estado Provincial promoverá la conservación y mejora de las especies con reposición obligatoria mediante forestación y reforestación”
Esta es la base jurídica que sabiamente nos obliga para el bien de todos, incluidos los que no ven más allá de sus bolsillos y que hoy atacan con sorprendente malicia y necedad. Pero ni los funcionarios funcionales ni los empresarios acostumbrados a quedarse con todo les importa esto.
Vuelvo a preguntar: ¿Quién puede explicarle a la sociedad toda qué grado de cumplimiento se dio a cada una de éstas obligaciones de todos? Jamás –ni unos ni otros- darán una respuesta, mucho menos honesta a este interrogante. Solo excusas y falacias.
¿Dónde están la protección, conservación, recuperación y el manejo a perpetuidad? En el olvido, porque los de tierras privadas han sido arrasados con el peor de los criterios: la desenfrenada voracidad. Entonces, los únicos montes que quedan, según confirman los actores reclamantes, son algunos pocos fiscales aun preservados de la garra depredadora. Pues a ellos pretenden seguir hincando sus fauces, con presiones, difamaciones y desvergüenza.
¿Dónde quedó la distribución equitativa de la riqueza y la solidaridad social? En la pobreza de los pequeños productores explotados; en el trabajo esclavo de los obreros del monte, y la enorme acumulación en dos eslabones de la cadena. Que son los que no tienen límites ni están dispuestos a compartir con los que dejan la vida en el monte, y para ello no trepidan en instar y obligar a los funcionarios a que violemos las leyes, nuestras conciencias y el compromiso con la sociedad.
¿Dónde está el aprovechamiento racional sujeto al interés general y a la preservación del medio ambiente? En el bolsillo de los menos, para los que hay un solo interés: el propio, y para los que el medio ambiente es un frivolidad ridícula de fantasiosos ecologistas.
Y finalmente ¿Dónde está la reposición obligatoria mediante forestación y reforestación? En carteles oxidados, en el humo de quemazones como señales de agotamiento de cobro de subsidios, en el negocio de algunos almácigos y la desfachatez de no poner ni un solo peso para retroalimentar el recurso de sus propias empresas.
Cero. Cero cumplimiento, porque desde el propio estado, una sucesión interminable de ceros a la izquierda del interés general actuaron en su perjuicio porque históricamente se sumaron a la derecha de la coma del interés particular de las minorías explotadoras y expoliadoras. Son los Lucas Gonzalez que desde el estado atienden los negocios de sus patrones.
En este contexto, el enemigo es quién no se entrega, el que no entendió que la simulación, la impostura, es también una forma válida de hacer política y que los funcionarios podemos ser gerentes al servicio del poder y no del pueblo.
El decreto 2249 impulsado con insistencia y reiteración por los Lucas Gonzalez modernos es parte de la estrategia. Es una vuelta de tuerca para terminar con el pedido de racionalidad, equidad y respeto no solo por nuestro compromiso político, sino por nuestros recursos y los explotados.
No estamos de acuerdo, y seguiremos insistiendo en el respeto por el compromiso de cambio también en éste campo; y en la necesidad de equilibrio entre los intereses sectoriales, la presión productivista y la visión estratégica global.
(1) Lucas González, ex ministro de Hacienda de Mitre y de Avellaneda, representante de Murrieta & Company también representó al gobierno de Santa Fe en 1881 en las negociaciones con la empresa con lo que pasó a representar a ambas partes, vendiéndole a Murrieta & Company 1.671.000 hectáreas (12% de la superficie provincial) a precio de mandado ($ 1.500 cada 5.000 hectáreas.)
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