Que un Instituto de tamaña importancia como el del Defensor del Pueblo haya sido violado en el instante del alumbramiento por los representantes de ese pueblo que lo esperaba sano, fuerte y sin vicios, da la medida exacta de la catadura de estos bárbaros prostitutos modernos.
Solo inhábiles morales desbordados por la ausencia de principios, valores y frenos, pueden caer en semejante atropello a las instituciones.
De todos modos no da para el asombro esta insólita ley con la que los diputados acaban de darse un nuevo baño de indignidad, exponiendo a este grupo de personas a quienes pretendieron favorecer a ser señalados por la sociedad como usufructuarios de las peores artes con las que se bastardea la democracia. Los han ofendido innecesariamente en casos, porque quizás atesoren méritos para ocupar cargos si se les permitiera la oportunidad de competir.
Está fuera de toda discusión y de cualquier amañada, descarada y absurda justificación este acto ofensivo a la sociedad y la democracia. Sancionar una ley con cargos que debieran ser cubiertos con transparencia, imponiendo nombres negociados en la trastienda y en nombre de la política entregarse al toma y daca, da sobradas muestras de una descomunal pobreza ética y de una enorme ofensa a la política.
Como si se tratase de una selección inversa esta Cámara es conducida por lo peor. Gestores de olvido e impunidad para la corrupción imponen sus artes al frente de los bloques mayoritarios, con un presidente que se pasea por la provincia haciendo campaña acompañado por delincuentes confesos a quienes cobija en su despacho. Esta es la dura realidad de un cuerpo que hace gala de su enorme capacidad para violentarse.
Este acto vicioso, esta obscena exhibición de envilecimiento merece la mayor difusión. Merece el repudio unánime de quienes debemos rendir tributo en todas nuestras acciones a esta democracia que tanto nos ha costado. Y que en modo alguno debe soportar afrentas de ésta naturaleza de estos personajes que en su mayoría no han movido un dedo por ella y por eso lo hacen en su perjuicio.
Y los defensores nombrados no deben renunciar, de ninguna manera. Han sido designados, y aunque algún inválido que los haya votado crea -en su deformación- que son sus lacayos y que deben aceptar sus vicios, ellos tienen la responsabilidad de poner este Instituto al servicio del pueblo. En consecuencia, la primera defensa ya ha sido propuesta por la corporación corrupta que intenta torcer sus brazos y su destino. La primera defensa es resistir, rechazar este atropello y exigir independencia para no consagrar este hijo bastardo de lo peor de las miserias humanas que entrega la antipolítica.
(*) Diálogo entre el general Perón y don Andrés Framini.
Andrés: "...mire general, varios voceros que hablan y actúan en su nombre o que usted aparentemente avala, están trabajando para ellos mismos, solo para sus proyectos personales. Son funcionales al enemigo....y hasta parecen cómplices...".
Perón: "don Andrés, conozco mucho de lo que me cuenta y varias cosas más, pero vea lo sólidos que son los edificios que se construyen con ladrillos, y sabe de qué están hechos los ladrillos?...de barro y de bosta..."
Andrés: "Sí mi general, pero no con tanta bosta...".
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