CHACO, UNA DERROTA A CAPITALIZAR
Porque llega en una elección
legislativa, que si bien no es menor, en un sistema presidencialista tan
fuerte, impacta menos. Duele como cualquier pérdida, pero no debe en modo
alguno tomarse como definitiva. Es posible que a esta altura, entre tantos
aciertos en los primeros años, la suma creciente de desaciertos luego, ameritaba
un llamado de atención, para tomar conciencia que algunos círculos no son el
ideal de una construcción política popular.
Pretendimos, quizás con
generosidad, profundo espíritu democrático, enorme grandeza y desprendimiento, transferir
liderazgos como si fueran propiedad privada. Queda claro que la conducción y
los liderazgos no se ceden ni se prestan. No se ceden ni se prestan porque son
del pueblo, nunca de quién es honrado con ellos.
Este traspié demuestra
claramente el fracaso de un armado electoral que fue exactamente en el sentido
contrario al que hace diez años nos condujo al éxito. Frente a aquella suma de
espacios diversos, en ésta oportunidad se excluyó nada menos que a los sectores
más identificados con el campo popular que le dio bienestar al pueblo
argentino. Es como que compramos lo de la pesada herencia, y eso nos expuso
como faltos de lealtad y convicciones, y no es poca cosa.
A eso debemos sumarle que
nos mostramos simpatizando con el neoliberalismo gobernante, por necesidad o
empatía. También eso nos desdibujó. Porque si alguien va a comprar un producto,
como lo está siendo en tiempos de marketing la política, siempre prefiere el
original, en este caso Cambiemos. Debimos claramente sostenernos como la
contracara para ser una opción.
Frente a esta realidad, lo
importante ahora es que seamos capaces de capitalizar esta derrota como el
tirón de orejas popular frente a nuestras travesuras.
Que los medios influyen con
desinformación potenciando todo lo malo del peronismo kirchnerismo, escondiendo
la fenomenal corrupción del macrismo, es una realidad. También es cierto que la
despolitización es la característica saliente de gran parte del pueblo
argentino que vota un modelo de país probadamente contrario a sus intereses.
Pero esto en nada justifica
que además, nosotros nos sumemos a descalificar a figuras indiscutibles del
campo popular. Aquí en el Chaco acabamos de pagar esa torpeza, Torpeza que
puede tener origen en pequeños y mezquinos intereses personales por montarse en
protagonismos mayores, prestando oído a los cantos de quienes saben cómo
explotar esas debilidades, o quizás en más profundas distancias ideológicas que
venían siendo disimuladas.
Hasta ahora no se escucharon
muchas advertencias de la militancia, pudieron más la soberbia y los
microclimas. Es de esperar que ahora volvamos a pararnos cada uno en su lugar
con humildad. Que asumamos que para volver a reconstruir el país que sin lugar
a dudas va a terminar dinamitando este modelo concentrador, somos necesarios todos.
No sólo los que fuimos parte del Frente Chaco Merece Más y del Frente para la
Victoria, sino todos los demás sectores que se identifican con el campo popular
y estén decididamente en contra de las políticas antipopulares de las
corporaciones.
Para eso, pongamos
rápidamente las cosas en su lugar. Quien tiene el mandato popular para liderar,
debe reasumirlo y avanzar en la búsqueda de consensos sin exclusiones. Consensos
que nos garanticen la reconstrucción de una fuerza plural, participativa, con
fuerte impronta popular y revolucionaria capaz de retomar el camino no solo de
la victoria, sino especialmente de ponerle un freno a la creciente degradación,
económica, política y social en curso.
Estamos a tiempo y quizás
esta derrota sea bienvenida, si es que aprendimos la lección abandonando la
política de bandas, para pasar a conformar una fuerza para la que lo colectivo
esté por sobre lo sectorial, y en la que cada uno protagonice por y para el
conjunto. Y que para ello, debe cobrar protagonismo una creciente construcción
de poder popular desde los órganos partidarios y frentistas como las canteras
de discusión y elaboración de políticas y como garantes del control de su
ejecución. A éstos órganos deberán remitirse quienes resulten postulados para
ejecutar nuestras políticas, para terminar con las dudas si a quienes votamos
están con nosotros o se convierten de pronto en cuentapropistas para apartarse
del rumbo fijado.
Estamos a tiempo y quizás esta derrota sea bienvenida, si es que aprendimos la lección abandonando la política de bandas, para pasar a conformar una fuerza para la que lo colectivo esté por sobre lo sectorial, y en la que cada uno protagonice por y para el conjunto. Y que para ello, debe cobrar protagonismo una creciente construcción de poder popular desde los órganos partidarios y frentistas como las canteras de discusión y elaboración de políticas y como garantes del control de su ejecución. A éstos órganos deberán remitirse quienes resulten postulados para ejecutar nuestras políticas, para terminar con las dudas si a quienes votamos están con nosotros o se convierten de pronto en cuentapropistas para apartarse del rumbo fijado.
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