DE SUMAS Y RESTAS
Se dice que en política siempre hay que sumar. Por obvio que sea, es necesario aclarar que no se suman gatos, con perros y liebres. Se suma en torno de objetivos compartidos. Y para ello se debe tener una propuesta común hacia objetivos comunes y predeterminados. Otra cosa, es un amontonamiento.
En el caso de un nuevo armado del
campo popular con eje en el peronismo como lo fueron los gobiernos de Néstor y
Cristina Kirchner, necesariamente su conformación debe tener objetivos
políticos, programáticos y no simplemente electorales. Y esos objetivos
tienen que ser opuestos a los neoliberales. Opuestos. Sin ningún esbozo de
contacto.
Esto que se está publicitando por
estos días de reuniones entre dirigentes que dicen aspirar a un armado
triunfador, sumando idos, pero “dejando atrás” a los que siguen estando, es el
perfecto camino hacia la negación de las políticas que nos llevaron a
destacarnos en el mundo en los últimos años por los avances en materia social.
Y funcional al neoliberalismo gobernante y su continuidad.
Sumar solo para ganar una elección
puede también hacerse, pero desde el punto de vista político es absolutamente
irresponsable porque solo implica reparto de cargos en un futuro gobierno que
zigzagueará según el poder que consolide cada bando. Y sabido es que las
corporaciones influirán para que triunfe en esa puja quien mejor represente los
intereses de eses minorías por sobre los colectivos.
No es casualidad que los doce últimos
años hayan sido los de mayor ganancia de derechos y ascenso social en la
historia argentina, o cuanto menos uno de los mayores, y solo comparable con el
primer peronismo. No es casualidad porque el conjunto de voluntades que
convergieron en lo que se llamó kirchnerismo provenientes de distintas
vertientes, desde el peronismo hasta partidos vecinales, provinciales y
nacionales, todos compartían el rumbo de una política nacional, popular,
inclusiva y con eje en el hombre, dejando atrás décadas de mirar desde el
gobierno los intereses de las minorías poderosas.
Eso explica que se haya podido llevar
la participación de los trabajadores en la distribución de la renta a más del cincuenta
por ciento, marcando un record histórico. Y también explica la violencia
ejercida por el poder corporativo sobre esos gobiernos. Explica la campaña de
odio desatada para torcer el rumbo del progreso colectivo y volver a la
exclusión hoy en pleno desarrollo.
Pero como las enormes construcciones
de esos doce años necesitaban de conducción política clara, firme y sólida, y
la hubo, también se necesitaban ejecutores técnicamente preparados, con
capacidad para desarrollar esas políticas, y también los hubo. El detalle es
que éstos últimos no necesariamente debían estar ideologizados. Si lo estuvieran,
mejor. Pero habiendo conducción, como la hubo con Néstor y Cristina, y rumbo
claro e inequívoco, no es condición indispensable. Y eso ocurrió. Hubo
compañeros, que recitaban con elocuencia, y ejecutaban con solvencia desde el
punto de vista técnico los programas de gobierno, pero solo por capacidad, sin
convicción ni pasión. Son los que ante el primer simbronazo, como pocas veces, ponen
en superficie dentro del peronismo la presencia de cierto funcionariato
devenido en dirigencia que es capaz de ejecutar el mejor programa con sentido
nacional y popular, como lo hicieron, y ahora defender con fundamento la
política totalmente inversa que impulsan las corporaciones, como también lo
hicieron al votar el pago a buitres, endeudamiento, Jueces de Clarin en la
Corte, entre otras leyes tan regresivas como estas.
No nos equivoquemos compañeros, todos
tenemos derecho a irnos, pero nadie tiene derecho a mentir. Diciendo que se va de un
modelo de país que le cambió la vida a millones, para acercarse al que siempre
que estuvo la destruyó, mintiendo que lo que busca es el bienestar colectivo acercándosé a quienes claramente aportan a su destrucción. No es cierto. Lo que buscan estos compañeros, es al fin un sinceramiento de su
perfil ideológico. Nunca estuvieron de acuerdo con el peronismo al servicio de
las mayorías, y si con uno que se diga del campo popular pero que no modifique
la estructura social de privilegio para sectores concentrados de la economía
que serían los llamados a hacer y disfrutar, y al resto a servirlos.
Sondeos de estos días indican,
felizmente, que en cualquier carrera próxima esta farsa no llega ni a completar
la vuelta previa. Porque al pueblo se lo puede engañar alguna vez, como
ocurrió, pero no siempre, porque aprende las lecciones con la cabeza o con el
lomo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario