EN BUSQUEDA DE LA CONSOLIDACIÓN PENDIENTE.
(Cuarta Parte: MODELO ECONÓMICO, POLÍTICO Y SOCIOCULTURAL)
En
1976 las FFAA, en representación de los grandes grupos económicos, financieros
y mediáticos, nacionales y extranjeros impusieron en Argentina el proyecto de
aquellos, que consistía básicamente en garantizar una mayor concentración de la
riqueza.
Como lo expresara en una nota anterior, y siendo que
gobernaba el peronismo retornado luego de dieciocho años, con alto riesgo de
volver a avanzar en una mayor redistribución de la renta, que en el 55 había
llegado al cincuenta por ciento, era necesario escarmentar. De allí la decisión
de las corporaciones de destruir todo vestigio de resistencia popular.
Para llevar adelante ese macabro plan, se prohibió toda
actividad política, se intervinieron los sindicatos, se limpió la Corte
Suprema, se impuso la Comisión de Asesoramiento Legislativo (CAL) con
integrantes del más rancio cuño neoliberal en reemplazo del Congreso, se
desaparecieron periodistas y medios de comunicación no alineados con el interés
de los grupos económicos concentrados, y se desmanteló el aparato productivo e
industrial que no respondiera al gran capital. Se impuso el terror con las
complicidades conocidas de parte de la iglesia, políticos y sindicalistas, y el
ya emergente poder de la prensa, todos bajo la batuta de las corporaciones
económico financieras, incluida la de los medios. Todo a punta de fusil,
picana, sangre y fuego. Destacándose el crecimiento de grupos empresarios y
mediáticos como los Macri y Clarin, que pasaron de cuatro a cuarenta y siete
empresas los primeros y a monopolizar el papel y medios el segundo.
Largo sería enumerar la interminable cadena de complicidades
que van desde sectores ortodoxos de la iglesia hasta políticos y sindicalistas
de los partidos populares. Como hoy.
Las consecuencias fueron devastadoras en todos los sentidos.
Desde lo social, cultural, financiero, económico, productivo, en todo, el
retroceso fue descomunal. Gobernó el enemigo de la patria. Se asesinaron
decenas de miles de argentinos, se dinamitó el aparato productivo e industrial
para privilegiar las importaciones, se impuso una educación para la sumisión,
se diabolizó la actividad política, salieron de las universidades legiones de
profesionales sin conciencia política, parte importante del sindicalismo
profundizó su corrupción abandonando todo espíritu democrático, se entabló una
guerra contra el Impedio Británico con el único objetivo de perpetuar a los
genocidas en el poder.
La obra destructora del país interrumpida por el gobierno
democrático de Raúl Alfonsín, la terminó completando el menemismo, ya que
habiendo ganado la elección con un discurso progresista y el 48% de los votos
puso a administrar la economía a representantes del neoliberalismo que habían
sacado el 3%. Lo demás es harto conocido. Privatizaciones y venta de todo. Al
decir de uno de sus ministros: "Nada de lo que deba ser estatal, permanecerá en
manos del Estado” Y así fue.
Este es el modelo de país neoliberal. A partir de Néstor
Kirchner se revirtieron gran parte de las medidas de entrega y saqueo. Se
recuperó parte del patrimonio nacional; se terminó con la dependencia
extranjera; se puso el acento en el mercado interno estimulando el consumo y
con ello la producción; se limitaron las importaciones con lo que se potenció
la industria y el trabajo; se llevaron salarios y jubilaciones al más alto
nivel de América Latina; se tejieron alianzas para la formación de un bloque
Latinoamericano. Se avanzó en la redistribución de la renta como nunca en lo
cincuenta años precedentes.
Ahora, todo esto se hizo en el marco de la misma matriz
histórica en cuanto a la estructura social, productiva e industrial. Se
corrigieron las desigualdades dentro del sistema, pero el sistema siguió
intacto.
La banca, el comercio exterior, el uso, posesión y
distribución de la tierra, el modelo productivo, la estructura judicial,
política y sindical, los sistemas de educación y salud, siguieron intactos tal
como sirvieron al neoliberalismo. Hemos hecho mucho, muchísimo, pero sin
cambios estructurales de fondo que rompan con el modelo del atraso.
Es en este punto que debemos poner el acento. Para que nunca
más pueda aparecer que frente a un gobierno de corte Nacional y Popular pueda
decirse que otro, opuesto ideológicamente e inocultablemente neoliberal, pueda
hacer lo mismo y mejor como se dijo en las elecciones pasadas. El contraste
debe ser total, revolucionario.
Hay que perderle el miedo al término revolucionario. Tenemos
que proponernos un gobierno revolucionario para en paz modificar las
estructuras productivas, financieras, sindicales, judiciales y políticas que
impliquen el paso de esta democracia semi formal a una democracia real en la
que el centro de la escena la ocupe el hombre como interés colectivo por encima
del actual modelo en el que el poder está en manos de las corporaciones. El
poder popular no debe estar por debajo de ningún otro poder. El sistema de
representación está totalmente agotado y es necesario abordar su reformulación
sin dejar de lado la revocatoria de mandatos que termine con las traiciones al
voto popular.
Nacionalización del comercio exterior. Reformulación del sistema financiero y bancario con control estatal para terminar con la especulación de los grandes grupos económicos nacionales y extranjeros que lucran a expensas de los que trabajan. Reforma agraria para la distribución de la tierra en su calidad de bien social y fuera del mercado inmobiliario. Transformación del modelo productivo hacia la producción, procesamiento y transformación de agroalimentos libres de agrotóxicos con primacía de industrialización asociativa por parte de los productores. Recuperación de soberanía con ciencia, desarrollo tecnológico e impulso al mercado interno. Potenciación de la hidrovía Paraná Paraguay como columna del desarrollo e integración regional. Recuperación de la soberanía sobre semillas como condición indispensable para la soberanía alimentaria y la independencia. Reformulación de los sistemas de educación y salud pública, para que la conciencia social, con profundo sentido colectivo y nacional, deje atrás resabios del individualismo y colonialismo que nos ata cíclicamente a proyectos neoliberales de tal cuño. Y para que la salud deje de ser uno de los nichos de negocios viles más importantes, con total desprecio por la vida de las mayorías.
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