La policía, cumpliendo órdenes superiores, avanza sobre
los manifestantes con brutal saña, inmediatamente –a no más de ocho horas y con
las primeras luces de día-, la justicia apresa a los reprimidos. Se los acusa
de lesiones a más de veinte policías, mientras se afirma que entre los
manifestantes no hay heridos. Comprobación jamás realizada, y solo basada en
que no fueron al hospital, donde siempre tan obvios, los esperaban para
apresarlos.
El procurador general doctor Jorge Canteros –hoy
candidato a Juez del Superior Tribunal- afirma que la policía no reprimió y que
fue emboscada por los indígenas, mientras el video que acompaña a esta nota lo
deja como un farsante inhábil para el cargo que ocupa y mucho más para el que
pretende, mostrando claramente como la policía comienza la balacera y el
lanzamiento de gases a los manifestantes
desde una distancia de más de cincuenta metros, avanzando decididamente sobre
éstos. Quienes comienzan a responder cuando la distancia lo permite, y a
dispersarse por la banquina para luego retornar en auxilio de sus compañeros
perseguidos con fuego intenso.
No estoy escribiendo desde la distancia. Con otros
compañeros estuvimos en el lugar a pocas horas del hecho. Dialogamos con los
manifestantes varias horas. Percibimos su indignación y desazón por la
violencia sufrida, pero también su firmeza en que no volverán a ser confinados,
exterminados e invisibilizados como en las peores épocas de los fortines del
exterminio que los que hoy conducen la provincia claramente añoran y tratan de
emular.
Observamos sus heridas desde las piernas hasta la cara en
muchos de ellos, aunque el informe público, impúdico, del fiscal, del
procurador y otros funcionarios, diga lo contrario, igual como en tiempos del
estado violento y opresor que se está instalando acelerada y desquisiadamente.
Las fotos que siguen son testimonio de la canallada política y judicial. De la
infame mentira.
Cuando comenzó la cacería por parte del fiscal José
Sorabella estuvimos en la comisaría. Vimos el desfile de camionetas policiales rastrillando
el pueblo en busca de indios, con el fiscal pertrechado como el mejor soldado
de Julio A. Roca, rodeado claro de muchos policías, los que de ser necesario
pondrían su cuerpo para protegerlo.
Vimos como con saña y dando muestras de su enorme
inseguridad personal, e intentando suplir autoridad con violencia, abuso y
autoritatismo ordenaba a los gritos a policías varones la detención - dentro de
la comisaría- a una mujer y su hija, indígenas por supuesto, que venían a ver
por qué su marido y padre estaba preso. Aducía, desaforado a los gritos que le
habían faltado el respeto. Y como ante la negativa de los agentes, más
racionales que el que debía imponer racionalidad, diciéndole que no había
personal policial femenino para proceder, histéricamente compelía a éstos a
cumplir su orden, con lo que se concretó este abuso de autoridad y maltrato a
dos indefensas mujeres presas de desesperación, de miedo y llanto.
Insólito, violento, ridículo, deshumano y absurdo
accionar de un funcionario público ahora elogiado por sus superiores por haber
cumplido eficazmente con las órdenes superiores. Ordenes que desde las
cercanías de la fiscalía de General San Martín vinculan a un acuerdo entre el
procurador Jorge Canteros y el ejecutivo provincial para avanzar sobre las protestas sociales a
cambio de votos para el sillón del Superior Tribunal de Justicia que dejara Ricardo
Franco.
Escribo estas líneas con profunda preocupación, pena y también bronca,
porque nuestro gobierno, éste por el que luchamos contra el rozismo y el
nikichismo argumentando justamente su desapego por la verdad, la justicia y la
decencia, está reproduciendo aceleradamente todos los mecanismos usados por
aquellos, y más.
Preocupación y bronca porque en seis años, con muchos más aciertos que
errores, habíamos construido como nadie nunca en el Chaco, y ahora en apenas
tres meses estamos destruyendo absolutamente todo. En este bestial viraje hacia
los oscuros tiempos autoritarios donde la prepotencia y el autismo campean en los más altos despachos oficiales,
estamos a merced de la irracionalidad que nos está llevando a una peligrosa
espiral de violencia de la que, como siempre, el perjudicado será el pueblo.
¿Qué hay detrás de todo esto? Un fuerte perfil ideológico
sectario, discriminador, excluyente, concentrador y conservador, que necesita
reprimir para acallar.
Cuanto parecido encuentran los indígenas entre Jorge
Canteros y José Sorobella con
aquellos cómplices de la dictadura Angel Córdoba,
Roberto Mazzoni y Carlos Flores Leyes. Sienten en Canteros
y Sorabella la misma protección que sintieron los compañeros desaparecidos en
aquellos. Como entonces, éstos aparecen después de la represión casi a comer un
asado y legitimar la brutal agresión de las fuerzas represivas. A decir que las
víctimas fueron las fuerzas del orden, que en Pampa del Indio como en Margarita
Belén, fueron emboscadas por terroristas, por pelotones fuertemente armados.
Quizás el libreto lo escriba la última gran incorporación en Seguridad.
Porque la designación de Eduardo Wischnivetzky como Asesor en Seguridad de la
provincia del Chaco es un ladrillo más en la reconstrucción del estado
autoritario, represor y torturador que creíamos haber dejado atrás.
Lástima que tanto dirigente peronista preocupado por ser
candidato a gobernador en 2015 haya enmudecido frente a esto. Qué pena tanta
especulación y descompromiso con la defensa de un gobierno que les permitió
soñar con eso y que con su silencio también destruyen aceleradamente. ¡Cuánta
tibieza! ¡Cuánta pobreza militante compañeros! Sepan que el miedo mata más que
el coraje, y que es triste y vergonzante la historia escrita desde la cobardía.
¿Y los diputados? No se enteraron de nada, ocupados en
por fin concretar el gran negocio del edificio propio. Que alguien les avise,
si es que concluyeron el reparto de tan ansiada torta, que algo está ocurriendo
en la provincia.
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