sábado, 4 de enero de 2014

ESTADO, MODELO DE DESARROLLO, COMMODITIES Y FUTURO.
Primera Parte

Un Modelo de Desarrollo inclusivo sustentable y sostenible, es el cimiento sobre el que se construirá una comunidad organizada con futuro. Y es mucho más que monocultivo o diversificación.

Ante la renuncia del Ministro de Producción Enrique Orban, su reemplazo no tendría que ser solo un trámite, menos agotarse en la búsqueda de obedientes o simpatizantes. El perfil del nuevo ministro debe estar dado por el Modelo de Desarrollo que aspiremos los chaqueños para nuestra provincia con la mirada puesta en el presente, pero también analizando el pasado y pensando en las futuras generaciones.

El ministro, como los técnicos y expertos, pueden sin dudas establecer qué se necesita para evitar una crisis, diagnosticar determinados resultados, o programar objetivos y metas, pero no hay que perder de vista que establecer el equilibrio necesario entre la producción, el desarrollo y la vida, no es un problema científico o tecnológico, sino eminentemente político y social. Entonces el debate y la determinación de las políticas debe darse con un profundo análisis histórico, con posición ética e ideológica, con objetivos de corto, mediano y largo plazo. Y siempre con el más profundo sentido humanista y colectivo.

El ministro saliente, expresó claramente en el sector primario, el modelo de la concentración y el monocultivo. Nunca se debatió este rumbo, tampoco nadie lo definió taxativamente como modelo a seguir. Pero la práctica, que es la gran prueba, lo evidenció con contundencia. El manejo y direccionamiento de los recursos entre mil grandes productores y veinte mil pequeños, es una muestra inocultable de apuesta a aquellos pocos, pero que “mueven las agujas de la economía” como se dijera por lo bajo en las entrañas de este ministerio a diario. Expresión clara y contundente de cortoplacismo y búsqueda de renta inmediata sin planificación estratégica. Muestra de la necesidad de acumulación ya y a cualquier costo. Muestra que en el centro de la escena no está el hombre sino la renta. Por eso fracasó el intento de modificar la ley de tierras para quitarlas del mercado inmobiliario y evitar la altísima concentración creciente, excluyente y expulsiva; por lo mismo costó tanto la Ley de Consorcios de Servicios Rurales a la que hasta hoy, a casi cuatro años jamás se le puso plenamente en marcha con el único objeto de seguir controlando y retaceando recursos a los más de quince mil agricultores familiares, más allá de algunas entregas de maquinarias que impresionarían como la expresión de grandes apuestas al sector; también por eso la Dirección de Bosques no es un organismo de un estado presente velando por la utilización del recurso y su preservación a perpetuidad como manda la Constitución y las Leyes, sino una dependencia al servicio de un grupo de esos mil que mueven las agujas de la economía y que depredan y desmontan con la complicidad, la complacencia y el asesoramiento de ese organismo de cómo burlar con impunidad todas las normas.

Pero esto viene de lejos. La antigua división internacional del trabajo se daba naturalmente por las distintas potencialidades productivas/industriales y por rasgos culturales de los pueblos. Hasta que  la conquista de América trajo consigo que Europa asignara a sus colonias, aquí y también en otros destinos del mundo, el rol de productores de materias primas.

Así se produjo el brutal sangrado de recursos, esfuerzos y futuro de estos pueblos, tan bien relatado por Eduardo Galeano en Las Venas Abiertas de América Latina.

Pero como según el dicho –errado- no hay mal de dure cien años, éste que duró trescientos, a mediados del siglo XIX y durante el siglo XX se fue extinguiendo. Y este rol que cumplían los estados, se fue transfiriendo a las empresas multinacionales que gradualmente fueron pasando a controlar el 70/80 por ciento de la producción mundial. Comenzando así una nueva era de otro mal que viene durando ya más de cien años.

Es así que la división mundial del trabajo está hoy en manos de un puñado de empresas enormes que como gigantescas arañas con infinidad de patas, las tienen apoyadas pisando países, bienes, recursos y seres humanos a lo largo y ancho de todo el planeta. Dominan estados, cadenas monopólicas de medios de comunicación, ponen y sacan presidentes, jueces, tejen alianzas con iglesias y burguesías locales entreguistas.

Éstos, impusieron a las materias primas el nombre de commodities que no son en términos generales otra cosa que recursos naturales que se negocian internacionalmente sin valor agregado, como por ejemplo petróleo, minerales, metales, o agrícola ganaderos como soja, trigo, carnes. Esa entelequia llamada “mercado mundial” que tampoco es otra cosa que la gran araña, fija el precio mundial de estos productos, los que como es de imaginar son de bajo costo.

La producción por sobreexplotación de todos ellos, genera un fuerte impacto negativo sobre los recursos naturales no renovables, así como otros impactos económicos y ecológicos adicionales y gravísimos. Son sistemas, en especial los agrícola ganaderos, que se basan en la utilización de insumos de alto costo y origen externo –generalmente producidos por las multinacionales araña- como fertilizantes, plaguicidas y semillas genéticamente modificadas pasando los productores de commodities a ser rehenes de este grupo de empresas que regulan los valores de insumos y precios de productos a sus apetencias económicas. En una primera etapa, el incremento en la producción actúa como carnada, luego, y dada la merma en el rendimiento por la degradación de los suelos y el menor impacto de los insumos, demanda mayor cantidad de ellos a favor de los dueños de estos paquetes tecnológicos de la dependencia determinados por la nueva división internacional del trabajo por ellos diseñada.

Además, mientras en los productos manufacturados, reservados para otros en el diseño de división internacional, se incorporan al precio de mercado variables como salarios y accidentes de trabajo entre otros, la gran trampa de este mercado de commodities radica en la no incorporación en los costos de producción de estos pasivos sociales, biológicos y ecológicos de altísimo impacto actual y futuro relacionados. La recuperación del pasivo ambiental sobre el recurso suelo es de tal magnitud que debe medirse en décadas o centurias, y el social con gravísimos problemas para la salud son las principales razones de la “generosidad” absolutamente falsa del precio. Creemos que U$S 600 por tonelada de soja por ejemplo es importante, cuando en realidad a futuro es absolutamente nada. Esto, si fuésemos conscientes que con cada grano entregamos, suelo y vida y nos quedamos con desierto, deformaciones y muerte. Sin tener en cuanta cuanto de ese dinero devolveremos de inmediato en insumos para volver a cerrar otro circulo vicioso, año tras año, hasta que nos quedemos sin suelo y sin vida.

Esta desigualdad entre la ponderación económica de los productos primarios en relación con los industriales y que genera transferencia de recursos de unos países a otros no es casual, dado que aquellos provienen de países periféricos como el nuestro mientras los industriales están en manos de los grandes grupos económicos que en estos tiempos gobiernan globalmente.

Ahora bien. La inclusión del pasivo ambiental en el precio de los commodities, ¿es la solución? De ninguna manera. La producción de estos productos potencia problemas globales: afectación de la capa de ozono, calentamiento global, aceleración de ciclos biogeoquímicos, y erosión y desertificación de suelos productivos. La estrategia es de dominación hacia los países pobres, los que serán en el futuro acusados de falta de responsabilidad en el cuidado de sus recursos. Lo que traerá nuevas formas de “patrimonios de la humanidad” con los que se echará mano a esos recursos cuya recuperación se hará con el mismo sistema utilizado en Afganistan para reconstruirla después de la brutal destrucción: con la apropiación de los recursos remanentes para su disfrute por las “sociedades responsables” que saben cómo cuidar lo suyo.

Entonces no todo es solo precio, volumen, rentabilidad o divisas.
Es mucho más profundo, serio y amplio.
Analicémoslo con responsabilidad, sin fundamentalismos ni simplificaciones.
Sigue…

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