NO TE CREAS TODOS LOS APLAUSOS
En personas que
circunstancialmente ocupan cargos de cierta relevancia, y especialmente cuando
desde ellos tienen discrecionalidad para favorecer, es frecuente creérselas cuando
reciben fuertes y sostenidos aplausos.
Debieran saber que así como los
hay sinceros y honestos generados por el respeto que infunden por sus
conductas, también los hay cínicos, interesados e hipócritas que solo buscan
favores. Así como están los aplausos inerciales, por contagio, porque todos
aplauden, y hasta por lástima.
De modo que es importante ser
sensatos a la hora de inflamar el ego frente al golpeteo de palmas.
En la política, hoy y aquí, hay
sorprendentes aplausos y aplaudidores que hasta ayer quemaban palmas ante otros
destinos, y las congelaban frente a los actuales. Por quien ahora las baten con simulada fruición.
Esas cosas que tienen los
hombres de escaso respeto por sí mismos.
Por eso sería bueno que quienes
los reciben, sepan desconfiar de los aplausos.
Viene muy al caso una reflexión
relatada por Eduardo Galeano en uno de sus libros, en la que refiere a un
intento de entrevistar a Braulio Lopez, aquel cantor del dúo Los Olimareños.
Dice
Galeano que Braulio, la mitad de Los Olimareños, llegó al exilio en Barcelona.
Llegó con una mano rota.
Sabía Galeano que Braulio venía
de la cárcel de Villa Devoto en la que estuvo preso por portar tres libros: una
bibliografía de Artigas; unos poemas de Machado; y, El Principito de
Saint-Exupéy.
Y que cuando estaba por ser liberado con destino de exilio, un
guardiacárcel había irrumpido en su celda al grito-pregunta ¿Vos sos el
guitarrero?
Ante la afirmativa, a puro taconazo de bota le destrozó una mano.
Le ofrecí una entrevista cuenta
Galeano. Esta historia podía interesar a la revista Triunfo para la que
trabajaba exilado también.
Pero Braulio pensó un rato, se
rascó la cabeza, y contestó: NO
Luego de una pausa, explicó. Esto
de la mano se va a componer, temprano o tarde. Y entonces yo voy a volver a
tocar, y a cantar.
¿Entendés?
Y no quiero desconfiar de los
aplausos.
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