domingo, 11 de diciembre de 2011


Perdido como trece en la docena...
 EL TRECE DE NUESTRA DOCENA
Se define como el “13” de la docena al que se encuentra fuera de lugar. Al desubicado. Al sobrante. Al negativo. Al de mal augurio.
Así fue considerado desde la antigüedad ya que en la Ultima Cena de Jesucristo había doce apóstoles y Jesús. Se considera a Judas el traidor como el número 13.
La Cábala enumera a 13 espíritus malignos, al igual que las leyendas nórdicas; en el Apocalipsis, su capítulo 13 corresponde al anticristo y a la bestia.
También una leyenda escandinava cuenta que, según la misma tradición, en una cena de dioses en el Valhalla, Loki, el espíritu del mal, era el 13° invitado.

Esta docena de años de gobierno popular, del gobierno popular y revolucionario que esperamos los argentinos más de cincuenta años, también tiene su “13”. Ese "13" que se definió con genialidad ajena como el hombre del “Voto No Positivo”. Quizás su único acierto: reconocerse como el "13" de las leyendas: No Positivo, abonando el mito del trece negativo.
No podía faltarle al Proyecto Nacional y Popular de todos los argentinos su Judas, el traidor que viene a poner fuera de duda que los mercaderes están acechando en el templo de la democracia. Y que vuelcan sus monedas sobre los endebles morales, los traidores, sobre los fariseos vernáculos cuya pequeñez es inversamente proporcional a su egocentrismo y su prima hermana, la estupidez.
De todos modos, los argentinos debemos agradecer que este "13", que este Judas haya tenido su miseria protagónica en el momento de mayor fortaleza de nuestro tiempo político. El mismo sicario, frente a un modelo, un proyecto y una conducción política débil, sin amplio respaldo popular, hubiese provocado un efecto dañino enorme, quizás irreversible.
El "13" de este gran momento de la historia argentina acaba, este diez de diciembre, de pasar a la historia. Éticamente a su peor página, esa que se leerá como la del antimodelo, esa que los padres contarán a sus hijos, esas que los maestros transmitirán a sus alumnos como la de la conducta a evitar, nunca imitar.
Aunque justo, triste destino de los traidores, inscribirse en la historia todo pena, nada gloria.

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