En todas las asambleas que organiza la Mesa de Enlace, la Federación Agraria, la oposición al gobierno nacional y los diputados de la Alianza en la provincia se hace referencia a “el campo”, y se solicitan respuestas a las demandas de “el campo”.
Dicho y presentado así, pareciera que “el campo” es un sector único, homogéneo que en un plano horizontal de igualdad de condiciones y posibilidades cubre todo el territorio de la república.
Esto es absolutamente falso. Como falso es que la “lucha” de “el campo” incluye los intereses de todos. Tan falso como cierto que solo contempla los de aquellos que haciendo uso y abuso de posiciones dominantes históricamente fueron acumulando a expensas de la pobreza y el éxodo de otros.
Pero no debe ser dicho, porque ello automáticamente coloca a quien ose hacerlo en contra de “el campo”, no solo por la dirigencia de las grandes corporaciones, sino también por los oportunistas políticos y el periodismo “independiente”. Ese que pregunta a la gente en la calle: usted, ¿está con el campo?, como si alguien pudiera manifestarse en contra de las pretensiones de todo el campo argentino. La pregunta tiene origen en la certeza que tiene el periodismo “independiente” que en el subconsciente y el sentimiento colectivo se identifica al “campo” con los esforzados pequeños y medianos productores como lo fueron la mayoría de nuestros padres y abuelos y los padres y abuelos de la inmensa mayoría de los argentinos.
Pero repito: no es políticamente correcto discutir este tema. “El campo” es uno solo, y listo. Y está representado por la dirigencia mediática de la Sociedad Rutal, Confederaciones Rurales Argentinas, Coninagro y la Federación Agraria Argentina, y defendido por toda la oposición política –la que lo hundió en la miseria cuando fue gobierno, y la que nunca fue gobierno- y el periodismo “independiente”. Defendido de los que están en la vereda de enfrente, en contra de “el campo”, esto es el gobierno nacional y ciertos gobernadores provinciales todos ellos poseídos por una extraña fobia hacia sus orígenes.
Que a nadie se le ocurra decir que no es el mismo “campo” el de 6000 productores que poseen en promedio 15.000 hectáreas, o sea 90.000.000 de hectáreas, que el de 200.000 productores que con un promedio de 50 hectáreas cultivan 10.000.000 de hectáreas. Que a nadie se le ocurra decirlo, aunque todos sabemos que no es lo mismo. Estos son la inmensa mayoría, viven en el campo, trabajan la tierra con su familia, no tienen 4 x4 para hacer caravanas hacia los cortes de ruta, no tienen ganado bovino gordo para no vender y desabastecer, no tienen leche sobrante para tirar y desabastecer, no tiene frutas para cubrir las rutas y desabastecer. No tienen tractores nuevos para trabajar, por lo tanto no tienen tractores viejos para quemar en los cortes de ruta. No tienen palcos ni champagne para descorchar cuando el presidente del Senado vota “no positivo”, para ellos claro está.
No. No es lo mismo este “campo” que el otro. El otro es “el campo”, el que monta escenarios y trepa a ellos con champagne para descorchar cuando el voto es “no positivo” para los otros, pero muy positivo para ellos. El que desabastece, el que tira comida a las cunetas y rutas, el que viene en 4x4 y trae tractores nuevos que tiran tractores viejos que se queman en los cortes de ruta “que no interrumpen el tránsito”, el que decide que todos ya estamos hartos de este gobierno. El que decide que este gobierno tuvo suerte de estar en el lugar indicado en el momento indicado y que el crecimiento es producto de condiciones internacionales favorables, y que por lo tanto hubiese sido lo mismo con Menem, De la Rúa y Cavallo, y seguramente mucho mejor con Videla y Martinez de Hoz.
Esto está claro, como claro está que el crecimiento, como tantas veces llegó a “el campo”, pero no a todo el “campo”. Los beneficiarios del crecimiento están a la vista. Andan en 4x4 porque el gobierno no le hace caminos. Se dan el lujo de no vender, pasarse meses sin trabajar, desabastecer y desestabilizar.
Cuando analizamos la distribución de los beneficios es cuando se nota que esto de “el campo” como un todo, es una gran mentira. A la hora del reparto “el campo” siempre tuvo y tiene sus “gordos”, que como en La Rural acceden a todos los premios, mientras miles de raquíticos miran del otro lado del alambrado con el cuero pegado al hueso y las ojeras hasta las rodillas.
Pero cuando el gobierno intentó captar renta extraordinaria con las retenciones móviles los grandes campeones que se quedaban con todos los premios se colgaron las cocardas, se cepillaron los pelos y salieron a custodiar los alambrados de “el campo” para que los raquíticos, los pobres de tierra, los pobres de representación, los pobres de exportación, los pobres de dólares, de pesos, de acciones, los pobres de todas las riquezas y ricos de todas las orfandades, de tan raquíticos ya invisibles, que no son “el campo”, no osaran de la mano de la redistribución, introducir sus huesudas cabezas entre los tensos alambrados que protegen las fertilidades engordadoras de los grandes campeones.
Y fue esta vez el gobierno y algunos gobernadores los que atentaron contra el orden establecido. Ahora no podrán negarlo, era cierto nomás que es un gobierno de subversivos. El orden establecido indicaba que “el campo” somos los campeones, los que nos quedamos con todos los “premios”, en consecuencia ello habilita a difundir que "… desde la Comisión de Enlace hay una actitud de ir desgastando y erosionando desde donde se pueda a este gobierno…" y así terminar con la subversión acámpida que pretende erosionar los cimientos de nuestra civilización occidental cristiana y campera.
Pero las cosas cambiaron, bajaron los precios internacionales y llegó la sequía. El mercado mundial y Dios también están en contra de “el campo”. Pero como el mercado es una entelequia y con Dios, como occidentales, cristianos y camperos no nos metemos, es el gobierno el que tiene la culpa y la obligación de resolver la desaparición de la renta extraordinaria y ordinaria.
Pero ojo, la de “el campo”, no la de los otros. Esos están acostumbrados, siempre vivieron con poco, con menos que poco, con nada. Además son invisibles, no tienen 4x4, no les hacen reportajes, no organizan asambleas, están desabastecidos de todo por lo que no pueden desabastecer de nada. Están como decía Videla, aquel prócer amigo: “Están desaparecidos, no están, no existen, no tienen entidad”. Lo de “no tienen entidad”, es además aplicable a la dramática ausencia de representación ya que las cuatro “entidades” solo incluyen a “el campo”.
Es así que en la provincia se escuchan voces que le dicen al gobernador “…que se ponga del lado de la gente y no defienda los intereses del gobierno nacional en desmedro del provincial…”. Se infiere que Capitanich es una especie de masoquista suicida que está en contra de la gente y de su propio gobierno. Una tontera producto de la falta de un análisis serio y responsable de la cuestión. Pobres argumentos, como pobre es decir que los créditos de $ 150.000 que ofrece el gobierno provincial al 12% anual no sirven para nada.
Otro dato llamativo de estas asambleas, como la de Las Breñas es que los que fueron parte del “gobierno de la gente”, esto es del rozismo que arruinó la provincia y la endeudó para muchos años, como el ex subsecretario de Desarrollo Rural y actual asesor de agricultura de la Cámara de Diputados Mario Olivero, los diputados Melar, Guc, Dudik y otros exhiben una especie de iluminación y generosidad inversamente proporcional a la que tuvieron cuando fueron gobierno. Hablan de repartir millones con tanta desfachatez y deshonestidad intelectual frente a la pobreza que generaron en doce años y que es la muestra que cuando tuvieron la oportunidad de hacerlo, está claro que como gobierno repartieron millones, pero no fueron a parar a los productores, ni al aparato productivo, ni a la industria. Fueron a otros bolsillos. Y hoy creen tener autoridad para pontificar tal como si el fracaso fuera un blasón.
Dicho y presentado así, pareciera que “el campo” es un sector único, homogéneo que en un plano horizontal de igualdad de condiciones y posibilidades cubre todo el territorio de la república.
Esto es absolutamente falso. Como falso es que la “lucha” de “el campo” incluye los intereses de todos. Tan falso como cierto que solo contempla los de aquellos que haciendo uso y abuso de posiciones dominantes históricamente fueron acumulando a expensas de la pobreza y el éxodo de otros.
Pero no debe ser dicho, porque ello automáticamente coloca a quien ose hacerlo en contra de “el campo”, no solo por la dirigencia de las grandes corporaciones, sino también por los oportunistas políticos y el periodismo “independiente”. Ese que pregunta a la gente en la calle: usted, ¿está con el campo?, como si alguien pudiera manifestarse en contra de las pretensiones de todo el campo argentino. La pregunta tiene origen en la certeza que tiene el periodismo “independiente” que en el subconsciente y el sentimiento colectivo se identifica al “campo” con los esforzados pequeños y medianos productores como lo fueron la mayoría de nuestros padres y abuelos y los padres y abuelos de la inmensa mayoría de los argentinos.
Pero repito: no es políticamente correcto discutir este tema. “El campo” es uno solo, y listo. Y está representado por la dirigencia mediática de la Sociedad Rutal, Confederaciones Rurales Argentinas, Coninagro y la Federación Agraria Argentina, y defendido por toda la oposición política –la que lo hundió en la miseria cuando fue gobierno, y la que nunca fue gobierno- y el periodismo “independiente”. Defendido de los que están en la vereda de enfrente, en contra de “el campo”, esto es el gobierno nacional y ciertos gobernadores provinciales todos ellos poseídos por una extraña fobia hacia sus orígenes.
Que a nadie se le ocurra decir que no es el mismo “campo” el de 6000 productores que poseen en promedio 15.000 hectáreas, o sea 90.000.000 de hectáreas, que el de 200.000 productores que con un promedio de 50 hectáreas cultivan 10.000.000 de hectáreas. Que a nadie se le ocurra decirlo, aunque todos sabemos que no es lo mismo. Estos son la inmensa mayoría, viven en el campo, trabajan la tierra con su familia, no tienen 4 x4 para hacer caravanas hacia los cortes de ruta, no tienen ganado bovino gordo para no vender y desabastecer, no tienen leche sobrante para tirar y desabastecer, no tiene frutas para cubrir las rutas y desabastecer. No tienen tractores nuevos para trabajar, por lo tanto no tienen tractores viejos para quemar en los cortes de ruta. No tienen palcos ni champagne para descorchar cuando el presidente del Senado vota “no positivo”, para ellos claro está.
No. No es lo mismo este “campo” que el otro. El otro es “el campo”, el que monta escenarios y trepa a ellos con champagne para descorchar cuando el voto es “no positivo” para los otros, pero muy positivo para ellos. El que desabastece, el que tira comida a las cunetas y rutas, el que viene en 4x4 y trae tractores nuevos que tiran tractores viejos que se queman en los cortes de ruta “que no interrumpen el tránsito”, el que decide que todos ya estamos hartos de este gobierno. El que decide que este gobierno tuvo suerte de estar en el lugar indicado en el momento indicado y que el crecimiento es producto de condiciones internacionales favorables, y que por lo tanto hubiese sido lo mismo con Menem, De la Rúa y Cavallo, y seguramente mucho mejor con Videla y Martinez de Hoz.
Esto está claro, como claro está que el crecimiento, como tantas veces llegó a “el campo”, pero no a todo el “campo”. Los beneficiarios del crecimiento están a la vista. Andan en 4x4 porque el gobierno no le hace caminos. Se dan el lujo de no vender, pasarse meses sin trabajar, desabastecer y desestabilizar.
Cuando analizamos la distribución de los beneficios es cuando se nota que esto de “el campo” como un todo, es una gran mentira. A la hora del reparto “el campo” siempre tuvo y tiene sus “gordos”, que como en La Rural acceden a todos los premios, mientras miles de raquíticos miran del otro lado del alambrado con el cuero pegado al hueso y las ojeras hasta las rodillas.
Pero cuando el gobierno intentó captar renta extraordinaria con las retenciones móviles los grandes campeones que se quedaban con todos los premios se colgaron las cocardas, se cepillaron los pelos y salieron a custodiar los alambrados de “el campo” para que los raquíticos, los pobres de tierra, los pobres de representación, los pobres de exportación, los pobres de dólares, de pesos, de acciones, los pobres de todas las riquezas y ricos de todas las orfandades, de tan raquíticos ya invisibles, que no son “el campo”, no osaran de la mano de la redistribución, introducir sus huesudas cabezas entre los tensos alambrados que protegen las fertilidades engordadoras de los grandes campeones.
Y fue esta vez el gobierno y algunos gobernadores los que atentaron contra el orden establecido. Ahora no podrán negarlo, era cierto nomás que es un gobierno de subversivos. El orden establecido indicaba que “el campo” somos los campeones, los que nos quedamos con todos los “premios”, en consecuencia ello habilita a difundir que "… desde la Comisión de Enlace hay una actitud de ir desgastando y erosionando desde donde se pueda a este gobierno…" y así terminar con la subversión acámpida que pretende erosionar los cimientos de nuestra civilización occidental cristiana y campera.
Pero las cosas cambiaron, bajaron los precios internacionales y llegó la sequía. El mercado mundial y Dios también están en contra de “el campo”. Pero como el mercado es una entelequia y con Dios, como occidentales, cristianos y camperos no nos metemos, es el gobierno el que tiene la culpa y la obligación de resolver la desaparición de la renta extraordinaria y ordinaria.
Pero ojo, la de “el campo”, no la de los otros. Esos están acostumbrados, siempre vivieron con poco, con menos que poco, con nada. Además son invisibles, no tienen 4x4, no les hacen reportajes, no organizan asambleas, están desabastecidos de todo por lo que no pueden desabastecer de nada. Están como decía Videla, aquel prócer amigo: “Están desaparecidos, no están, no existen, no tienen entidad”. Lo de “no tienen entidad”, es además aplicable a la dramática ausencia de representación ya que las cuatro “entidades” solo incluyen a “el campo”.
Es así que en la provincia se escuchan voces que le dicen al gobernador “…que se ponga del lado de la gente y no defienda los intereses del gobierno nacional en desmedro del provincial…”. Se infiere que Capitanich es una especie de masoquista suicida que está en contra de la gente y de su propio gobierno. Una tontera producto de la falta de un análisis serio y responsable de la cuestión. Pobres argumentos, como pobre es decir que los créditos de $ 150.000 que ofrece el gobierno provincial al 12% anual no sirven para nada.
Otro dato llamativo de estas asambleas, como la de Las Breñas es que los que fueron parte del “gobierno de la gente”, esto es del rozismo que arruinó la provincia y la endeudó para muchos años, como el ex subsecretario de Desarrollo Rural y actual asesor de agricultura de la Cámara de Diputados Mario Olivero, los diputados Melar, Guc, Dudik y otros exhiben una especie de iluminación y generosidad inversamente proporcional a la que tuvieron cuando fueron gobierno. Hablan de repartir millones con tanta desfachatez y deshonestidad intelectual frente a la pobreza que generaron en doce años y que es la muestra que cuando tuvieron la oportunidad de hacerlo, está claro que como gobierno repartieron millones, pero no fueron a parar a los productores, ni al aparato productivo, ni a la industria. Fueron a otros bolsillos. Y hoy creen tener autoridad para pontificar tal como si el fracaso fuera un blasón.
Además se reclama a los gobiernos nacional y provincial como si absolutamente nada se estuviese haciendo por el sector productivo. Es posible que no se valore que en la provincia después de muchos años el estado está comenzando la reconstrucción con presencia en el territorio. Desde el Ministerio de Economía y Producción, desde Desarrollo Rural, desde el Ministerio de Desarrollo Social. Saben los productores, en especial los olvidados de tanto tiempo que hoy soplan nuevos vientos. Aunque para otros las buenas noticias no son noticias, porque no son malas noticias. No importa, lo que si importa es profundizar la justicia en su mas alto sentido.
Señores, campo también son los pequeños productores. Existen, son los que se hubiesen beneficiado con la Resolución 125 que “el campo” evitó porque los campeones que tienen hambre de dinero y poder usaron el poder para no resignar dinero, y el gobierno, “dictatorial”, “antidemocrático” puso la decisión a consideración del Congreso, el que entre escarches y aprietes terminó con el voto “no positivo” de un personaje dubitativo, inseguro cuyo único acierto fue la definición de su voto: ya nadie discute que fue un voto NO POSITIVO para las mayorías pobres del campo y también de las ciudades porque no hay redistribución posible sin que el estado como regulador y custodio de la justicia distributiva disponga de la renta extraordinaria generada con la intervención del mismo y el aporte de todos los argentinos. Ese aporte que ahora reclaman porque el mercado y la sequía también son parte de la estrategia maquiavélica del gobierno que está en contra de la gente.
Señores, campo también son los pequeños productores. Existen, son los que se hubiesen beneficiado con la Resolución 125 que “el campo” evitó porque los campeones que tienen hambre de dinero y poder usaron el poder para no resignar dinero, y el gobierno, “dictatorial”, “antidemocrático” puso la decisión a consideración del Congreso, el que entre escarches y aprietes terminó con el voto “no positivo” de un personaje dubitativo, inseguro cuyo único acierto fue la definición de su voto: ya nadie discute que fue un voto NO POSITIVO para las mayorías pobres del campo y también de las ciudades porque no hay redistribución posible sin que el estado como regulador y custodio de la justicia distributiva disponga de la renta extraordinaria generada con la intervención del mismo y el aporte de todos los argentinos. Ese aporte que ahora reclaman porque el mercado y la sequía también son parte de la estrategia maquiavélica del gobierno que está en contra de la gente.
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