COMPAÑEROS, MENOS MARKETING Y MÁS POLÍTICA, POR FAVOR.
Como parte del campo popular
debemos estar alertas para no caer en el contagio de lo peor que nos mostró el
neoliberalismo en estos últimos tiempos. Debemos mantener la coherencia haciendo
propuestas concretas como ejes de nuestra campaña y aporte al estímulo de la
participación popular al debate. No debe pesar la teoría duranbarbezca que “a
la gente no le importa”, para hablar de cualquier otra cosa evitando el debate
político, porque caeríamos en estimular el pan y circo, que lleva a votar imágenes
falsas construidas desde las emociones, por sobre la razón.
La campaña política no muestra
avances en ese sentido. Salvo excepciones, seguimos con slogans, frases,
promesas vagas, sin discutir modificaciones estructurales que eviten los problemas reales
que impiden se consolide un modelo de país racional, con el alto objetivo de
una sociedad más justa. El gobierno
nacional instaló en estos tiempos de posverdad un marketing político basado
esencialmente en no decir nada sustancial. Al mejor estilo de los predicadores
de medianoche se apela al efectismo emocional de frases vacías como “juntos
podemos”; “lo vamos a hacer entre todos”, dicho esto como una gran definición
política que en la realidad no tiene absolutamente ningún contenido. Mientras
tanto se construye desde los medios una realidad virtual de un bienestar que
viene, pero que nunca llega, para mantener una expectativa absurda dada la
creciente pérdida de derechos y calidad de vida por la concentración brutal de
la renta en manos de los impulsores de estas estrategias de estafas a la fe
pública.
El capitalismo tiene nuevo
rostro desde los 80, ya hegemonizado por las grandes corporaciones a nivel
global y sus subsidiarias locales en cada país o región, controlando la
producción, el comercio, el sistema bancario y financiero y las exportaciones,
produjeron un cambio sustancial en todo, incluidos los modelos agropecuarios e
industriales. Ello tiene un alto impacto en la calidad de vida de las mayorías,
negativo lamentablemente.
El mundo está gobernado por las
corporaciones. Hace tiempo ya, en argentina un empresario del mayor
conglomerado de medios de comunicación se refirió al cargo de presidente de la
república como un “cargo menor”. En su momento parecía una exageración. Hoy ya
no lo es. Hoy, ese empresario, junto a otros, sentaron con la artillería de sus
medios, al actual presidente en el sillón de Rivadavia. Pero claramente
gobiernan ellos. El personaje del “cargo menor” es un “che pibe” que ejecuta
sus mandatos.
Los intereses de estas corporaciones
son opuestos a los del pueblo argentino. No hay secretos. El pueblo mejora su
calidad de vida cuando la renta se redistribuye. Las corporaciones mejoran sus
utilidades cuando la renta se concentra. Es por eso que la “pesada herencia”
para este gobierno es justamente la renta redistribuida con que se encontraron,
y que ahora a fuerza de devaluación, quita de retenciones, tarifazos, subsidios
a las grandes empresas, eliminación de paritarias y aplastamiento de salarios y
jubilaciones, están revirtiendo.
Entonces, ¿es serio hacer
campaña con slogans, con frases apelando a lo emocional, sin abordar lo
sustancial respecto de que país proponemos y cómo lo pensamos concretar? Claramente no. Porque no hacemos más que
mostrar que en el campo popular hemos sido infectados por este modo fraudulento
de manipular la voluntad popular. Y eso
es horrible. Pésimo. En los pocos días que faltan, y en especial para las
elecciones nacionales, levantemos la calidad de la campaña y el debate.
Propongamos desde el campo popular el modelo de país que insinuamos desde 2003
avanzando hacia la modificación de las estructuras políticas, productivas,
industriales, sociales, y económicas para que se consoliden las conquistas y el
pueblo nunca más sea manipulado ni engañado como lo fue en 2015 a fin de
concretar el mayor fraude electoral que recuerde nuestra historia. Aportemos
seriamente a la construcción de conciencia ciudadana sobre el valor de la
política, y del mayor valor del compromiso y la participación como garantía
contra esas estrategias de manipulación y fraude. Hagámoslo aunque el
neoliberalismo siga practicando el engaño y la estafa con cierto éxito, ya que
ese éxito es inmoral y falso, por lo que la verdad que es invencible se
impondrá.
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