Allá por 2011 el peculiar
operador político escondido tras el encuestador Andrés Rabossi me inició un
juicio. Ofendido porque su enemiga, la verdad, había sido dicha por mí, se
presentó en tribunales luego de haberme invitado a encontrarnos en alguna
esquina de la ciudad. Al no vernos es esquina alguna, concurrí a tribunales con
mis argumentos, simples, sencillos, y a fines de 2014 el ofendido perdió el
juicio.
Ahora me permito hacerle un
pedido: señor Andrés Rabossi, por favor pague los honorarios de mis abogados. Corresponde
que lo haga porque usted ha provocado este litigio y lo ha perdido, y mis
abogados deben cobrar por el trabajo que usted les ha dado. Espero que haga
honor a ese honor que falsamente argumentaba yo había ofendido, y a lo que le
respondí en aquella ocasión que el único capaz de mancillar el honor propio es
uno mismo. No lo haga usted nuevamente incumpliendo con esta obligación.
Además, otro pedido me permito.
Trate de no exponerse públicamente con expresiones como las que leí estos días
donde insiste usted en vender un supuesto posicionamiento de Aída Ayala en el
primer lugar para suceder al gobernador del Chaco en 2015. Esas expresiones,
falsas, tendenciosas, interesadas, absolutamente alejadas de una realidad
también lejana, muestran que usted pierde juicios, pero no esa maña de vender
supuestos sondeos que no tienen otro objeto que el de influir sobre el
electorado. No sé cuánto le pagan por ello, pero no tengo dudas que no es
dinero bien habido porque el objetivo del entendimiento está viciado por un
intento no legítimo, cual es el de engañar a todos los electores posibles para
que sigan una corriente supuestamente ganadora.
No lo haga porque nos obliga a
los que defendemos la transparencia, a recordar que en 2007 y cerrado el
escrutinio usted aparecía como el vocero rozista anunciando el triunfo por 10
puntos del derrotado, al que unas horas antes usted adjudicaba 20 puntos de
ventaja, siempre tratando de engañar al elector, ya que solo días después se demostró
que quien usted aseguraba ganador, perdió la elección. Claramente lo suyo fue una canallada contra la
democracia y el pueblo que no se puede ni se debe olvidar. Esa actitud vil, lo
inhibe a usted de seguir operando en contra de los intereses colectivos que
pueden favorecer a uno u otro candidato, pero que claramente no merecen ser
agredidos con sus despreciables operaciones que solo persiguen un beneficio
económico bastardeando herramientas válidas en manos limpias.
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