lunes, 10 de octubre de 2011

NO PUDO SER…
Solo el paso del tiempo podrá, medianamente, mostrar si la negativa ciudadana a encolumnar políticamente a nuestra capital con la provincia y la nación ha sido un acierto. Medianamente, porque nunca se sabrá que se hubiese logrado con una administración que no pudo ser: la que proponía Gustavo Martinez.
Quienes afirmamos la importancia de estar en sintonía política con la provincia y la nación, en modo alguno estamos haciendo una negación de las reglas democráticas como aviesamente algunos esgrimen. Solo la necedad lleva a negar que en la proyección, coordinación y ejecución de políticas sea inocua la pertenencia partidaria de las distintas instituciones. Mal o bien, lógico o no, pero esa es una realidad innegable. En nuestra provincia tenemos ejemplos de municipios que han realizado menos obras que otros por el solo hecho de no darle al gobierno provincial el mérito de esos logros: Campo Largo por ejemplo. También es cierto que en al menos algunos de esos municipios, estos dirigentes han perdido la conducción de los mismos. El elector demostró que no perdona estas torpezas.

Más allá de esta cuestión referida al futuro, lo evidente es que los resistencianos han optado con contundente decisión por la continuidad de la actual gestión con total independencia tanto de los pedidos del gobernador -a quién votaron masivamente veinte días antes-, como de estas especulaciones de alineamientos partidarios.
No se puede afirmar que este voto con amplio margen a favor de Aída Ayala sea una respuesta de reconocimiento a su gestión, al menos como única motivación. Lo más racional es que a una cuota de conformidad, se suman dudas sobre si el cambio por otro perfil mejorará las prestaciones que se esperan.
También seguramente tiene influencia en este resultado la historia personal de los candidatos, su prestigio, transparencia y el modelo de construcción que han expuesto ante la sociedad.
También es cierto que con una elección no se compra el futuro. En la próxima los ciudadanos volverán a meritar gestión, propuestas, historia personal, prestigio, transparencia, modo de construcción. Todo ello construirá el grado de credibilidad de cada uno para expresar su preferencia. Y así como hoy fue Aída, mañana puede ser quién exprese a otro sector político. Y esto claramente demuestra un cambio en la conducta del electorado.
Ya el “voto cautivo” ha descendido a niveles insuficientes como para ganar una elección. De igual modo queda sentado que los liderazgos no se transfieren ni constituyen a ningún líder en ungido para bendecir a tal o cual dirigente.
Capitanich ha apostado fuertemente a Gustavo, sin embargo 45.000 capitalinos que votaron al gobernador el 18 de setiembre hoy no lo hicieron por Gustavo.
Esos 45.000 votos son exactamente los que sumó Aída Ayala por sobre la magra cosecha de Roy Nikisch.
Claramente, despojados de pertenencias partidarias un alto porcentaje de electores vota con independencia, y valorando distintos aspectos de los candidatos y las gestiones.
Ahora el Frente Chaco Merece Más deberá darse un sincero, amplio y constructor debate sobre el futuro.
Desde el 18 de setiembre se habla de la sucesión de Capitanich. Sería sensato que los dirigentes partidarios y la militancia interprete con humildad y realismo los distintos mensajes de las urnas.
Estos mensajes indican con absoluta claridad que la sucesión del gobernador Capitanich no tendrá destino de dedo, de marketing, de rosca o alianzas de cúpulas. O si tiene ese destino el resultado será catastrófico.
El destino de éxito y continuidad del FCHMM en el gobierno dependerá de la mayor democratización interna en la elección de candidatos. Y esta mayor democratización incluye, y especialmente, el no uso de estructuras rentadas que pueden servir para posicionar engañosamente dirigentes que en elecciones generales llevan el sello de la derrota, como ha ocurrido durante los dieciséis años anteriores a Capitanich.
Y no estamos para rifar este presente, ni mucho menos el futuro. En consecuencia habra que exigir responsabilidad, seriedad, y adultez política para que el interés colectivo esté por encima de cualquier otro. Esto és ni más ni menos que "primero la patria, después el movimiento y por último los hombres", frase que no solo se recita, sino que debe practicarse, especialmente entre la máxima dirigencia partidaria.

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