RECURSOS SIN POLÍTICAS RECICLAN FRACASOS
Los
cíclicos reclamos de asistencia económica al gobierno por parte de grupos de
productores en nuestra provincia es la resultante de ausencia de políticas
apropiadas y planificación para el sector de medianos y pequeños que no forman
parte del modelo dominante de siembra comercial en gran escala, que impusieron
las multinacionales con sus paquetes tecnológicos.
Claramente
las diferencias entre el grupo de dirigentes que convocan y el gobierno giran en
torno a la masa de dinero que éste vuelca al sector. Unos ofrecen equis, los
otros exigen triple equis. El final anunciado esta por allí en el medio, y nos
vemos en cuatro meses cuando se agoten esos recursos. ¿Para producir qué y
dónde? Lo que cada uno quiera. Puede tirarse el dinero en veinte hectáreas de
soja como alimentar al picudo que goza cada vez de mejor salud. No existen
estrategias de ninguna naturaleza lo que lleva a afirmar que no hay políticas
para los pequeños y medianos productores, que son el gran potencial que tiene
el campo chaqueño.
Y esto no es responsabilidad exclusiva del gobierno. La dirigencia campesina en este estrato de medianos no tiene propuestas ni planteos sobre políticas para garantizar rentabilidad en función de lo que deben cultivar. Se han convertido en un grupo de pedigüeños que campaña tras campaña transitan el mismo sendero de fracaso. A nadie se le ha ocurrido plantear políticas, mas allá del mangazo. Debieran repasar un poco la historia de nuestra provincia para ver que hubo dirigentes que no hablaban de plata sino de políticas, y fueron los tiempos en que se lograron significativas mejoras.
Pero no pasa eso, y hace años
venimos así, y así seguiremos muchos más si es que tanto la dirigencia política
como la de los productores no levantan la mira del actual mangazo y regateo
para pasar a hablar de producir, como, que, donde y para que, teniendo en cuenta
la multiplicidad de factores que hacen a que no se reitere invariablemente el
fracaso.
Una
revisión histórica resulta necesaria para que se comprenden los cambios
operados y poder actuar en consecuencia en la formulación de políticas serias
sustentables y sostenibles para la agricultura familiar.
De la Agricultura Familiar horizontal a la Industrial
Concentrada.
En 1900
la incidencia de insumos industriales en la agricultura era de no más del 10%,
todo el resto provenía de la producción del año anterior. Desde 1960 los
insumos industriales trepan al 50%. En 1980 ya llega al 60% esta incidencia, y
sigue subiendo.
Esto, que
está motivado por la compra de semillas industriales, agroquímicos,
fertilizantes, maquinaria y equipos de una siempre nueva generación,
asesoramiento profesional, almacenamiento, previo acopio, acondicionamiento,
secado, etc., todo en silos contratados a grandes empresas acopiadoras,
incrementándose los préstamos contra hipotecas a bancos en general de origen
extranjero y de los mismos grupos económico financieros.
Los
pequeños productores –el 90% del total- no controlan bancos, acopios,
semilleros, agroquímicos, fertilizantes, logística de transporte, barcos,
puertos, bolsas de comercio de exportación, en consecuencia están atrapados en
esta red que interviene cada vez con más presión sobre sus utilidades.
Si bien
el desarrollo de nuevas tecnologías impulsó un incremento en la producción por
hectárea, paralelamente elevó los costos de tal manera que determinó un
incremento notable en la superficie a cultivar como unidad económica rentable.
La
semilla híbrida y los transgénicos, propiedad del capital concentrado, han
puesto en un puño la conducción de la producción agrícola mundial, por encima
de los estados.
Las
nuevas condiciones que esta agricultura industrial impone significan una
elevación de los costos de producción:
El
desarrollo genético de las semillas y su propiedad por parte de pocas empresas transnacionales-
implica dependencia, y un aumento de los costos. Los agroquímicos y las
maquinarias apropiadas que imponen para su uso, en permanente desarrollo y
actualización, elevan costos. Los fertilizantes cada vez más necesarios dada la
presión sobre el suelo, y como para los agroquímicos, la innovación en
maquinarias para su aplicación también suben costos. El control de humedad del
suelo al que las variedades de semillas son sensibles requiere y requerirá de
sistemas de riego que también serán mayormente provistos por la misma industria
concentrada provocan aumento en los costos. Por último, la cosecha programada
genéticamente requiere de maquinarias también en permanente innovación,
obligando a cíclicas inversiones con el consiguiente incremento de costos.
Este
modelo, con fuerte intervención de la industria en la agricultura fijando
pautas, sistemas y dominando el mercado son las nuevas reglas con objetivos
claros: aumentar la producción, orientarla, imponer condiciones, y reducir
actores para maximizar utilidades.
Se
observa desde hace años un aumento sostenido año a año del volumen de la
producción agrícola. Paralelamente han ido desapareciendo pequeños y medianos
productores, lo que constituye una contradicción que tiene su explicación en la
apropiación de gran parte de la renta por parte de los actores industriales que
irrumpieron en la agricultura. Menos productores con mayor cantidad de tierras
llevó a la concentración de la tierra ya sea por acceso a la propiedad o por el
uso por arriendo a pequeños productores que quedaron por debajo del “predio
rentable” y se ven impelidos a arrendar.
Para absorber el aumento de costos que la irrupción de
la agricultura industrial concentrada determinó, se hace imprescindible la
disminución del número de productores simultánea al aumento de superficie
cultivada por productor.
El elevado aumento de los costos de producción por
hectárea determina la inviabilidad de aplicación de los paquetes tecnológicos
por parte de productores de cien/doscientas hectáreas porque la renta que
obtiene el productor por hectárea, al compartir gran parte de lo producido con
la industria, es absolutamente insuficiente. Tampoco este productor está en
condiciones de acceder a créditos, los que están para productores con mayor
volumen.
La gran industria, para sostener su nivel de ingresos
debe compartir utilidades con el menor número de actores posible. 1.000
productores sobre 100.000 hectáreas (100 por productor) imponen una distribución
de utilidades entre 1.005 socios si se consideran 5 grandes industriales.
50 productores sobre 100.000 hectáreas (2.000 por
productor) determinan que se reduce a 55 actores el reparto de la renta
potenciando geométricamente la utilidad de la gran industria, esto es, las
multinacionales dueñas de los paquetes tecnológicos desarrollados para la
dependencia de los productores.
Organizar,
planificar y fijar políticas para la Agricultura Familiar es el único camino
para recuperarla.
La agricultura familiar debe en consecuencia abandonar la idea que aún muchos sostienen de querer ser parte del modelo dominante de producción de commodities, y así escapar de la trampa que dice que el éxito es la soja por ejemplo. Es imprescindible discutir políticas que lleven a establecer, que se
debe producir según las condiciones agroecológicas de cada zona, que producción
aconsejen las distintas extensiones prediales, cuales son las que se adaptan a
las necesidades sociales y de mercado. Cuáles serán las estrategias de
transformación, agregación de valor en origen y distribución, todas asociativas
para que la intermediación no se quede con la renta. Diseñar, planificar y
ejecutar capacitaciones sostenidas en formación y administración. Planificación
del abastecimiento local y la exportación. Promover tecnologías apropiadas a la
agricultura familiar, para la liberación frente a las de la dependencia que
impusieron las multinacionales, y que fueron el ariete de su expulsión. Generar
las redes con otras economías regionales para el intercambio cooperativo de
productos en forma directa.
Y en función de
ello plantear las inversiones en infraestructura tanto productiva como de
industrialización y comercialización, las diferentes políticas impositivas, las
barreras aduaneras para la protección de la producción local, entre otras
estrategias superadoras del actual debate por unos pesos por hectárea para que cada
uno haga lo que le parezca y como pueda.
Si no lo
hacemos, de poco servirán los cortes de ruta ni el dinero que el estado destine
al sector. Ninguna sociedad crece, se desarrolla y prospera sin organización,
sin planificación y sin estrategias colectivas para enfrentar los intereses
opresivos y explotadores que la tienen bajo su suela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario